sábado, 12 de marzo de 2011

Adopción o apropiación

Por Lía Ricón
Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

Cuando se confecciona una historia clínica, se consigna si ha sido adoptado, es un dato de interés sobre el que es importante hacer consideraciones. El hijo adoptado no surgió del cuerpo de quienes le van a dar los cuidados indispensables para sortear la indefensión en la que se nace. Estos cuidadores han decidido hacerse cargo de un niño que no tiene la herencia de sus cuerpos.


Esta descripción quiere decir solamente que el organismo que somos en el momento del nacimiento no surgió genéticamente de los cuidadores. Lo que va a ocurrir durante toda la vida va a tener relación directa con lo que será el discurso de quienes fuertemente desearon tenerlo y conseguir que saliera de su condición de organismo para advenir a la de sujeto. El hijo adoptado está seguro de haber sido deseado y a veces buscado por mucho tiempo. Hay distintos tipos de adopciones. A veces no se conocen los orígenes, ni óvulo, ni espermatozoide que produjeron el organismo.

El embarazo, podemos decir que cuando es exitoso, baja de la mente al útero. Los psicoterapeutas sabemos de estos hijos que no tuvieron lugar en la mente de quienes se ocuparon o no de ellos después del nacimiento. Guillén, el poeta, lo dice en un sentido verso: “Cuando yo vine a este mundo, nadie me estaba esperando”. Lo que digo es que un hijo no deseado no tuvo ese indispensable lugar en la mente de sus padres y en la estructura social que lo va a acoger. Si este organismo sin lugar en la mente de quienes lo engendraron encuentra a quienes lo están buscando sin poder crearlo con el cuerpo, estará seguro de haber sido esperado y de tener un lugar emocional, racional, total. 

Hay memorias que están siendo estudiadas y nos alertan a ser cuidadosos con respecto a los aspectos conscientes e inconscientes de nuestra conducta. Esto quiere decir que podemos no ubicar racionalmente, intelectualmente un hecho concreto pero vivencialmente experimentamos sus consecuencias. En lo referido a los hijos adoptados, hay memorias corporales que debemos respetar, en especial con relación al tiempo vivido por el niño entre el parto y el encuentro con los cuidadores.

Me apresuro a decir que no solo después del parto hay memorias. Los ejemplos de memorias intrauterinas son numerosos y me llevan al tema que quiero abordar a continuación: la triste experiencia de lo que los argentinos llamamos apropiación. En la apropiación no hubo abandono del hijo, hubo robo y entrega a otras personas que empezaron el vínculo a partir de la gran mentira del ocultamiento. La situación es fuertemente distinta y preocupante. Lo vivido antes de la apropiación no está olvidado, está simplemente en un lugar no accesible a la memoria racional. Los cien nietos recuperados por abuelas de Plaza de Mayo dan testimonio permanente de estas memorias y de sus efectos. 

El mejor de los tratos dado por apropiadores no hacen desaparecer la necesidad de entender lo que en cada persona está pasando con estas vivencias a veces sólo corporales, visualizables en actitudes generales, en orientaciones de la vida, en intereses, sueños, temores, en alegrías súbitas. El niño apropiado tiene un hueco en sus memorias que hoy sabemos no siempre es posible de llenar a través de la introspección. Nadie podrá suponer que es indiferente saber que quienes los engendraron no los abandonaron. No es indiferente saber que se tiene una familia que lo estuvo buscando por tanto tiempo. Los humanos no somos meros organismos como los otros mamíferos; somos sujetos, sujetados a una cultura que no puede sernos negada y a la que tenemos derechos de acceder.

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