Un poder dictatorial como el argelino surgido de un golpe de Estado
(1992), una nebulosa islamista oriunda en sus inicios de la lucha contra
esa dictadura, una potencia colonial, Francia, que se toma el derecho
de intervenir militarmente en otro país con bases legales difusas y la
eterna excusa del terrorismo islamista, un montón de armas y de odio
dispersados por toda la región provenientes de los arsenales del difunto
coronel Khadafi, todos los ingredientes se combinaron para converger en
el dramático asalto y la toma masiva de rehenes en la planta de gas
situada en Tigantourine, cerca de la localidad argelina de Amenas. Dos
días después de que Argel decidiera, sin prevenir ni a Francia ni a los
demás países concernidos, que iba a tomar por la fuerza la planta de gas
la situación está lejos de ser transparente. En contra de lo que el
poder argelino anunció anteayer, cuando dijo que el operativo estaba
“terminado”, éste sigue en curso, se desconoce la cifra exacta de
muertos, su nacionalidad, y el número preciso de las personas liberadas.
Confusión, sangre y horror. Argelia comunicó por ahora que el intento
de recuperación de la planta de gas dejó un saldo provisorio de 25
muertos, 18 extranjeros y siete terroristas.
El último comunicado de la seguridad interior argelina da cuenta de
la liberación de 573 argelinos y de un abanico que va de 100 a 132
rehenes extranjeros liberados. Pero el complejo industrial de
Tigantourine no está aún bajo el control total de los comandos argelinos
y no se sabe aún cuántos islamistas siguen adentro, ni cuántos rehenes
se encuentran en manos de los terroristas, ni cuántos están muertos o
escondidos. Todavía hay 10 japoneses y ocho noruegos que no fueron
localizados por ningún lado. El jefe de gobierno noruego, Jens
Stoltenberg, dijo ayer que el país debía prepararse “para malas
noticias”. En París, el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault,
confirmó que “la operación continuaba” y que no se conocía “ni la
cantidad, ni la nacionalidad” de los rehenes muertos. El ministro
francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, anunció anoche que un
rehén francés murió durante el asalto de las tropas especiales
argelinas.
La televisión francesa France 24 reveló, basándose en fuentes
argelinas, que hay entre siete y 10 miembros del comando islamista
escondidos en un sector de la planta y que éstos amenazan con hacer
explotar todo. Varias fuentes coincidentes aseguran que los islamistas
mantienen a varios rehenes como escudos humanos. Prueba de ello, el
primer ministro británico, David Cameron, dijo en el Parlamento que
“estamos siempre confrontados a una situación movediza y peligrosa en la
cual una parte de los terroristas fue eliminada en un sector, pero
otros representan siempre una amenaza en otra zona”. La agencia oficial
de Mauritania ANI reveló que los terroristas propusieron a Estados
Unidos liberar a dos rehenes norteamericanos a cambio de la liberación
de dos islamistas encarcelados en Estados Unidos. Se trata de la
paquistaní Aafia Siddiqui y del sheik egipcio Omar Abdel Rahman, ambos
condenados por terrorismo. La portavoz del Departamento de Estado
norteamericano, Victoria Nuland, aclaró que “Estados Unidos no negocia
con terroristas”. El cruce de informaciones es contradictorio. Las
agencias y los corresponsales avanzan informaciones no siempre
verosímiles. Hay quienes aseguran que Abu al Baraa, el jefe del comando
del grupo “Los que firman con sangre”, murió, otros, en cambio, que está
atrincherado. El diario argelino Al Watan adelantó que los servicios
especiales argelinos interrogaron a uno de los islamistas capturados y
que éste aseguró que el comando estaba compuesto por 32 hombres. Por lo
pronto, el jefe del grupo islamista autor del operativo, Mojtar
Belmojtar, alias el Tuerto, pidió a Francia “negociar” el fin de la
guerra en Mali. Es él quien habría propuesto el intercambio de rehenes
por los islamistas condenados en Estados Unidos.
Con el correr de las horas empiezan a circular en los medios los
testimonios desgarradores de los rehenes liberados. La radio francesa
France Info difundió varios testimonios que muestran claramente cómo el
comando islamista entró a la planta con un solo objetivo: tomar como
rehenes a los extranjeros. Un ex rehén contó que, en cuanto el comando
ingresó en el sector en el que él se encontraba, uno de los
secuestradores dijo: “Sólo buscamos extranjeros, los argelinos pueden
irse”. La polémica del asalto decidido en secreto por Argelia tapa por
ahora la cuestión de la intervención francesa. Argel actuó con la misma
estrategia brutal que emplea con los islamistas desde el golpe de Estado
de 1992. Cabe recordar que ese golpe de Estado tuvo como objeto impedir
que los islamistas del Frente Islámico de Salvación, FIS, accedieran
legítimamente al poder luego de haber ganado las elecciones
legislativas, proceso que el golpe interrumpió.
Kader Abderrahim, un investigador especializado en el Magreb y el
islamismo, explicó al matutino Libération que “Argelia volvió a caer en
sus males de antes: la opacidad, el secreto. Lamentablemente, el
ejército no está formado para este tipo de operación, muy arriesgada.
Ahora vemos las consecuencias trágicas”. El especialista acota que, con
esta acción, Argelia rompió “el círculo virtuoso” internacional que
había formado en los últimos años: “Es una catástrofe en términos de
imagen, una catástrofe en términos económicos y, también, un fracaso
flagrante en la lucha contra el terrorismo”.
Lo cierto es que casi todos los protagonistas de esta crisis están
ligados a la historia reciente de Argelia –golpe de Estado y eliminación
de islamistas– y a la caída del régimen libio de Khadafi.
Los terroristas que ingresaron en la planta de Tigantourine llegaron a
través de la frontera con Libia, distante de unos 100 kilómetros. Por
esas zonas se arraigó el líder de la brigada “Los que firman con
sangre”, el argelino Mojtar Belmojtar, luego de haber transitado por el
Grupo Salafista de Predicación y Combate, una rama disidente de
otro grupo terrorista argelino, el GIA, el Grupo Islámico Armado cuyos
brazos, en los años ’90, llegaron hasta Francia. La guerra argelina
entre los grupos islamistas y el gobierno surgido del golpe de Estado
dejó un saldo de más de 150.000 muertos. Otro de los protagonistas
centrales es Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), una célula nacida en
el seno del Grupo Salafista de Predicación y Combate. La presencia de
los grupos islamistas radicales en el norte de Mali, una zona atravesada
a la vez por el Sahel y el Sahara y donde instalaron sus bastiones,
motivó la intervención militar francesa. Esos grupos se unieron entre sí
para avanzar progresivamente hacia el sur de Mali una vez que el Estado
maliense quedó debilitado tras el golpe de Estado (marzo 2012).
Cuando los occidentales importaron a bombazos una apariencia de
democracia en Libia, los mercenarios que trabajaban para Khadafi se
dispersaron en la amplia frontera sur (4000 kilómetros de desierto). Las
armas, incluidas las que Occidente suministró a la oposición libia
durante la guerra, fueron a parar en manos de esos grupos islamistas.
Negocio fructífero y bomba de tiempo.
Repetición de los datos y mimetismo en el análisis, la inteligencia es el arte de enlazar,estas chispitas!! zzz
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