viernes, 12 de septiembre de 2014

Cuerpos y lenguajes bajo fuego

La antropóloga india Veena Das analiza casos del sufrimiento global de la mujer, como el de las nigerianas secuestradas. Una de las características de los genocidios dice, es que la represión se concreta como una combinación de la violencia en sí y el silenciamiento de los testigos de esa violencia, que son intimidados para no hablar al respecto. Ello determina una doble violación de la víctima, “porque nadie cree en su relato, nadie toma en serio su testimonio” y para validarlo socialmente debe ajustarlo a lo “decible”, a lo judicialmente enunciable. Así, el dolor de la víctima se estandariza, se generaliza y pasa a ser casi una fórmula. Las heridas,así, nunca cierran y los tejidos sociales difícilmente pueden ser recompuestos. Das dictó recientemente en Buenos Aires dos conferencias magistrales: “Políticas de la vida cotidiana: memoria y presente” y “Eticas de la Salud y el Cuerpo: entre lo local y lo global” en el marco del Programa de Estudios Sur Global de la Universidad Nacional de San Martín. En ocasión de su visita conversó sobre las huellas del sufrimiento en los cuerpos, en el lenguaje de las víctimas y la memoria social, así como sobre lo que ella denomina “el centro de la maldad humana”. Esto es la capacidad de las personas de ejercer violencia sobre otras, justificando su accionar en un supuesto “bien superior”, lo que ejemplifica en casos como el secuestro en curso de las niñas nigerianas a manos de grupos islámicos o la apropiación de niños durante la última dictadura militar en nuestro país, pero también los casos de sacrificios de mujeres a manos de sus familiares. 

"La represión se concreta como una combinación de violencia y silenciamiento. De ello resulta que nadie cree en los relatos de la víctima, nadie toma su testimonio en serio, lo que la empuja a cuestionarse la propia realidad. La víctima se encuentra ante la certeza de lo que sucedió pero también ante el autocuestionamiento frente al propio discurso, que tiene que reiterar una y otra vez, volver a enunciar. Ese mecanismo se ve reforzado por un sistema judicial en el cual lo que puede ser dicho y cómo puede ser dicho está restringido a un cierto tipo de vocabulario, ciertas palabras, y una determinada forma dentro de la cual debe amoldarse para ser tomado como testimonio legal. Eso limita a la víctima, que debe ajustarse a cierto canon, y no puede simplemente contar, sino que tiene que enunciar –con ciertas palabras– ajustándose a modelos judiciales preconcebidos."

"Creo que hombres y mujeres son susceptibles de abusos y violencia pero el impacto de la misma puede ser distinto en cada uno de los casos caso. Se ha vuelto casi obvio referirse a la violencia sexual contra las mujeres, pero nunca se menciona la violencia sexual contra los hombres, lo que no quiere decir que no suceda. No es fácil para los hombres encontrar palabras, un lenguaje con el que expresar la frustración y la desesperanza.Trabajé mayormente casos con mujeres porque, sencillamente, con los hombres es casi imposible, ya que no logran poner en palabras no el dolor, sino su angustia, su sufrimiento. He trabajado mucho, además, con niños, que no es tan frecuente que sean víctimas de la violencia física, pero sí es demoledor el impacto que la violencia tiene sobre ellos (el trabajo de campo lo desarrolla en la India). No repito la teoría que afirma que los niños que ven violencia en sus contextos más cercanos repetirán en el futuro esquemas de violencia, pero es un hecho que para los niños es muy difícil volver a confiar en la vida después de haber pasado por situaciones de violencia extrema, como ver a sus padres colgados de un árbol, porque aunque puedan narrarlo, expresarlo, no quiere decir que terminen de comprender completamente qué es lo que un hecho como ese significa. Durante un tiempo muy largo la violencia sexual y la violencia reproductiva no fueron reconocidas como tales, se las tomaban como naturales, por eso es muy importante expresar una y otra vez que sin duda son formas de violencia. Pese a que esto ha sido muy trabajado en los últimos años yo siento que aún no se ha empezado a comprender cómo es que este tipo de violencia afecta a los hombres. Como sea, hay que empezar a entender que si bien las mujeres son con mayor frecuencia víctimas de ataques sexuales y reproductivos, no es un tema que sea sólo de las mujeres, hay que entender de qué modo lo viven los hombres. Además, en escenarios de guerra, en los que surgen ciertos tipos de solidaridades masculinas, es importante enfocarse en entender no sólo cómo los hombres padecen este tipo de violencia sino cómo aprenden a ejercerla, que es otro proceso que hasta ahora está vedado."

Por María Lujan Picabea/Revista Ñ Clarín

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