Adolfo Bioy Casares fue parte del corazón de la literatura argentina del
siglo XX, llevando adelante una obra que desde "La invención de Morel"
abrió caminos imaginativos nunca transitados hasta entonces,
permitiéndose una libertad narrativa que cimentó en novelas y cuentos
que le valieron el Premio Cervantes en 1990 y el reconocimiento
internacional. Fue parte de los grandes mitos de la elite, casado con Silvina,
la menor de las hermanas Ocampo, con quien escribió la novela “Los que aman, odian”. Muchas veces considerado a la sombra de Borges, su gran
amigo, con quien escribió bajo el nombre de H. Bustos Domecq. Y el centenario de su nacimiento continúa al de otra figura emblemática de las letras nacionales, Julio Cortázar.
Bar Tortoni |
No es la única zancadilla que le hizo el destino. En 2006 se publicó su Borges, la obra lo reveló como un memorialista excepcional, no solo se trata de una amistad que comenzó en 1931 en la casa de Victoria Ocampo y se prolongó por décadas, sino también un mapa de lecturas, personajes y hechos que atravesaron las inquietudes y obsesiones de Bioy y Borges con una alta dosis de ironía, mordacidad y franqueza políticamente incorrectas. Su departamento de Posadas 1650, en el barrio de la Recoleta fue testigo de un desfile incesante de personalidades relevantes de la vida cultural argentina. Quizás para eso también sirvan los centenarios: para recuperar del olvido, dichos y textos de un argentino exquisito, dandy seductor y narrador universal.
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