“Amanat”,
en lengua urdu, uno de los veintitrés idiomas de la India, significa
“tesoro”. Sólo por esta vez, como una prolongación de ese don
invaluable, “Amanat” se cristalizó en “Hija de India”, desde la
violación colectiva que una joven sufrió y a través
de la indignación nacional que significó su agonía y muerte en un
hospital de Singapur, días después. El mundo entero recién parece
desperezarse sobre la violencia enquistada que padecen niñas, mujeres y
adolescentes en ese país. Las marchas masivas de condena al ataque de
seis hombres, entre ellos un menor, a la chica de 23 años y a su amigo
en un autobús que durante el día es rentado para estudiantes en un
barrio de Nueva Delhi, obligaron a salir al ruedo al gobierno nacional
“para que mujeres y niños se conviertan en la principal prioridad”.
El de Amanat fue el último de una serie de casos de
violaciones colectivas que comenzaron a exigir respuestas al debate
político. Según datos de la Oficina Nacional de Registro de Crímenes,
cada 20 minutos una mujer es violada en la India, pero sólo en uno de
cada cuatro casos el violador es condenado, debido a la “inmensa
corrupción” presente en la fuerza policial. En las últimas cuatro
décadas, los abusos sexuales aumentaron casi un 875 por ciento. Sólo en
2011 ocurrieron 24.206 violaciones.
El 28 de diciembre de 2012, las
autoridades del hospital Mount Elizabeth, de Singapur, comunicaron el
fallecimiento de la joven india violada por un grupo de hombres en un
autobús, con complicidad del conductor. Tras ser golpeada, violada,
vejada con una barra de hierro y torturada, los agresores, que le
reprocharon su conducta “liberal” por el hecho de salir cuando baja el
sol y viajar en un transporte público, la arrojaron desnuda sobre la
ruta e intentaron arrollarla con el vehículo, pero fue rescatada por su
amigo, que también sufrió el ataque. Su tragedia se convirtió en el
nuevo símbolo de resistencia de las mujeres indias, víctimas principales
del segundo país más poblado del planeta.
En octubre último, una adolescente de 16 años se inmoló después de
sufrir una violación colectiva en Haryana. Dos policías del estado de
Pendjab permanecen detenidos, acusados de retrasar la investigación por
la violación colectiva de otra adolescente de 18 años, durante la celebración de un festival tradicional. La
chica se suicidó. Antes difundió un video en el que
desde una habitación y con el rostro tapado por una tela morada decía:
“Dos chicos me violaron. Hice mucho ruido pero nadie me escuchó. Había
una mujer a la que supliqué ayuda, pero en vez de hacerlo ayudó a los
violadores. Me dijeron que si decía algo me matarían y dañarían a mi
familia”. La víctima intentó presentar la denuncia, pero los policías la
acosaron, la sometieron a un interrogatorio, la presionaron para que
retirara la denuncia y por último le dijeron que lo mejor que podía
hacer era casarse con uno de sus violadores. El diario Times of India informó que una tercera joven, víctima de
una violación colectiva en la región de Uttar Pradesh, volvió a ser
violada dos veces más por los policías que debían tomar su denuncia. La
joven envió una carta abierta al ministro del Interior, que se publicó
en el diario, donde reclama con desesperación que el Estado abandone su
desidia.
Un estudio de la Fundación Thomson Reuters de 2012 concluye
que la India y Arabia Saudita son las regiones donde las mujeres
reciben el peor trato en aspectos relacionados con la educación, el
acceso a la salud, las oportunidades de trabajo y la violencia. El
periodista especializado en temas de género, Nicholas Kristof, ironiza
que “India es muy pobre; Arabia Saudita es muy rico. Pero hay un
elemento común y es que a menos que tenga algún tipo de acceso especial a
los privilegios, usted tiene un futuro muy diferente, dependiendo de si
tiene un cromosoma X adicional o un cromosoma Y”. El trabajo de ese
organismo resume que la situación en India es “deplorable” por la
persistencia de prácticas como el matrimonio infantil, el infanticio y
la esclavitud. Más del 44,5% de las mujeres se casan antes de
los 18 años y durante 2010 se produjeron 56.000 muertes maternas.
En este lugar del mundo las mujeres víctimas de violación siguen
siendo sometidas a exámenes humillantes de médicos policiales, pese a
que una enmienda de 2003 los prohíbe por su carácter inmoral, reveló la
activista Aruna Kashyap, de Human Rights Watch India. Por caso, persiste
la práctica de “la prueba del dedo”, que determina si la víctima de
violación es “activa sexualmente” o, como formulan los forenses,
“acostumbrada al contacto sexual”. El examen consiste en que un médico
realice un examen táctil con uno o dos dedos en la vagina de la mujer
violada, para determinar la presencia del himen y probar la elasticidad
vaginal. Si puede introducir dos dedos, concluirá que la víctima tiene
una “sexualidad activa”. Amanat fue condenada por estereotipos
culturales arraigados en machismos recalcitrantes teñidos de mística
religiosa. Es una más entre miles. “Las tachan de mujeres licenciosas”,
manifestó Kashyap. “Y eso es una consecuencia seria y peligrosa” para
las mujeres víctimas. “Ya existen muchos estereotipos y generalmente las
víctimas ya son tratadas con bastante recelo, tanto por los médicos y
la policía como por los jueces. Si se comienza a ponerles una etiqueta,
se las puede dañar seriamente.”
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