viernes, 25 de octubre de 2013

Trata de personas

La trata de personas o la esclavitud del siglo XXI es el nuevo flagelo que se estima afecta a 2,4 millones de personas, la mayoría de ellas mujeres y niñas con fines de explotación sexual. ¿Porque se habla de esclavitud? Porque hay pérdida de libertad, de dignidad e identidad de la persona. Porque viven bajo amenazas e imposibilidas a ejercer sus derechos, sometidas a actividades de servidumbre y en condiciones infrahumanas.

Cuesta aceptar que sigan existiendo violaciones a los derechos humanos tan flagrantes, como las que viven las víctimas de este delito. La trata con fines de explotación sexual es mano de obra destinada a tareas abusivas, y muy rentable para los tratantes. Hay tres elementos clave: el primero es la demanda. Un “cliente” poco responsabilizado socialmente, dispuesto a pagar por sexo. No preocupa cómo llegan las mujeres a un prostíbulo: por secuestro, engaño, amenaza o extorsión –delitos per se–, ni cómo viven: abusadas, sometidas, encerradas. Tampoco su edad. Los clientes buscan un “servicio”.

El segundo elemento es la rentabilidad del negocio. La trata de personas es el tercer delito más lucrativo a nivel mundial, después del tráfico de armas y de drogas. Moviliza por año alrededor de veintisiete mil millones de dólares. Este dinero beneficia tanto a los que participan en el reclutamiento, traslado o acogimiento de víctimas como a los que dan recursos o protección para el funcionamiento de las redes.

El tercero son las víctimas: mujeres y niñas que aún soportan reiteradas violaciones en sus derechos: pobreza, falta de educación, etc., que las hace más vulnerables ante las redes de explotación. Una vez dentro de éstas, no logran percibirse como sujetos y quedan atrapadas en un ciclo que afecta su integridad, su salud física y mental, su identidad y, en muchos casos, acaba con sus vidas. Convertidas en víctimas sin voz ni derechos, las esclavas del siglo XXI prueban que la inacción es cooperar con un delito tan aberrante como vigente.

Para el canadiense Richard Poulin, profesor en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Ottawa, investigador de los procesos de globalización de la industria del sexo, no se pueden hacer diferencias entre mujeres que deciden ejercer la prostitución por su propia voluntad y aquellas que lo hacen forzadas. “Hablar de una elección es como decir que hay países que tomaron la decisión de ser colonizados. La comunidad internacional comprende que el colonialismo es un sistema de dominación, no una cuestión de elección”.

Dice que encuestas en Canadá han demostrado igualmente que entre el 82 y el 95% de las mujeres prostituidas fueron víctimas de abuso sexual durante su infancia. Esas mujeres se van de sus casas y la mayor parte son reclutadas en esas circunstancias. Es decir, la prostitución es consecuencia de un delito. Se habla de millones de mujeres y de niñas que son reclutadas para la prostitución, porque la trata de personas está muy ligada a la industria de la prostitución. Alrededor del 90% de las mujeres que caen en redes de trata tienen como fin la prostitución. El 48% de las víctimas de trata tienen menos de 18 años. Hay una expansión de este fenómeno. Las políticas neoliberales la promueven.

El Banco Mundial, el FMI, y los planes de ajuste proponen préstamos para desarrollar el turismo y entretenimiento. Para pagar la deuda externa los países deben exportar productos, pero también se exportan personas para que envíen dinero desde el extranjero. Eso explica las políticas que promueven la migración en algunos países y también la trata. Otra forma de obtener esa moneda fuerte es a través de los turistas. Y a esa fórmula apelan sobre todo los países asiáticos. Lo dijo claramente un primer ministro tailandés cuando afirmó que hay que sacrificar una generación de mujeres para lograr el desarrollo económico de ese país. En Gabón un ministro declaró en la radio que hay que legalizar la prostitución porque es el único medio para desarrollar el turismo en esa nación del centro-oeste de Africa.

En Alemania, sobre 400 mil personas prostituidas, apenas el uno por ciento firmó un contrato y fue registrada. Ese registro supuestamente les da derechos, pero no funciona. Es una de las razones por las cuales desapareció la reglamentación de la prostitución, que era universal en Europa como en la Argentina en los años ’30. Porque no funciona como sistema. No se tiene el control de las personas prostituidas. La mayoría trabajan en la clandestinidad. Entonces, no hay ningún control y sobre todo, ningún derecho.

En Suecia se penaliza a los clientes, la ley “La paz de las mujeres”, es contra la violencia hacia las mujeres y la prostitución es considerada una forma de violencia. En ese país el reclutamiento de mujeres jóvenes y niñas se frenó. En Suecia hay 300 mujeres víctimas de trata por año, mientras que al lado, en Finlandia, de 15 mil a 17 mil en el mismo período. 

Fuentes: La esclavitud del siglo XXI por Martin Santiago Herrero, Coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en Argentina. Reportaje en Buenos Aires a Richard Poulin, investigador de los procesos de globalización de la industria del sexo.

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