sábado, 17 de noviembre de 2012

La vida debería ser al revés... (según Quino)

Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado.
Luego te despiertas en un Hogar de ancianos mejorando día a día.
Después te echan de la Residencia porque estás bien y lo primero que haces es cobrar tu pensión. Luego, en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas 40 años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral. Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo, no tienes problemas graves y te preparas para empezar a estudiar. Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos, sin ningún tipo de obligación, hasta que seas bebé.
Y los últimos 9 meses te pasas flotando tranquilo, con calefacción central, roomservice, etc. etc.. Y al final… ¡Abandonas este mundo en un orgasmo!

Quino, Joaquín Salvador Lavado, hijo de inmigrantes andaluces, nace en Mendoza (Argentina) el 17 de julio de 1932, es un humorista gráfico y creador de historietas. Su obra más famosa es Mafalda (publicada originalmente entre 1964 y 1973).

Mafalda nace el 29 de septiembre de 1964 como personaje de historieta, con la primera publicación en la revista argentina Primera Plana, pero sigue siendo niña y siempre será así. Su estatua sentada en un banco de plaza en el corazón de San Telmo, resiste estoica las inclemencias del tiempo y las muestras de afecto más efusivas ya que la esquina es una de las más fotografiadas de Buenos Aires. Turistas y locales sonrien a la cámara abrazados a la nena que desde la historieta logró fama internacional por cuestionarse el destino del mundo. "Es el ícono del pensamiento disconforme de América latina", dice un colombiano que estudia en Argentina. La elección de la esquina en Chile y Defensa no fue casual. Quino vivía a metros de allí cuando comenzó a publicarse la historieta, por eso lugares que aparecen dibujados en la tira fueron inspirados y pese al paso del tiempo, tienen todavía su correlato real en las inmediaciones de la zona. Mientras tanto, Mafalda -una obra de 80 centímetros de alto realizada por el artista Pablo Irrgang en resina y fibra de vidrio- con la mirada fija en un punto infinito y las manitos dispuestas sobre un vestido verde lima, resiste cientos de flashes por hora.