Todo el encanto de una niña bella y rubia de seis años, supuestamente raptada, hallada en un barrio de gitanos en Grecia, recorrió los diarios y las pantallas de los televisores de todo el mundo, despertando una solidaridad inmediata hacia la nena y su “familia biológica”, y un repudio enorme hacia la comunidad gitana en general. Ahora que se sabe que María pertenece a la etnia rom de Bulgaria, la indignación y el espanto mundial han cesado. Y como la niña es gitana, su situación ya no importa tanto. Prejuzgaron, detrás del supuesto acto de justicia, se encubrió un acto de discriminación y racismo, por el estereotipo del gitano ladrón de niños. Fue un chasco (se negaban a creer que hubiera gitanos rubios). También queda al descubierto que la marginalidad en el seno gitano no interesa como noticia, ni como injusticia social a las autoridades. Se alude a que es algo cultural, y por ese motivo los estados no intervienen.
Y es exactamente al revés, porque la explotación es cultural, hay que evitar que la marginalidad se haga
cultura y vuelva siempre como un cachetazo sobre el rostro de una etnia
maltratada por gitanos y gadyos (no gitanos). De los ocho millones de gitanos occidentales, hay un sector mínimo compuesto de hombres, mujeres y niños que no se ha podido aggiornar a los cambios y ha quedado atrapado en el margen del margen, y sale hacia las grandes ciudades a robar, o bien a pedir limosnas, fingiendo enfermedades que no tienen. En toda Europa las mujeres, por su condición de gitanas, y muchas, a pesar de estar alfabetizadas, se ven excluidas del mercado laboral y ejercen la prostitución o venden drogas o ambas cosas a la vez y cuando envejecen, o enferman, a causa de vida paupérrima, piden limosnas. Desde Rumania y Bulgaria, y con ayuda de funcionarios de ambos gobiernos, se organizan giras mendicantes por Europa o Latinoamérica, realizadas por familias que llevan viviendo en la marginalidad varias generaciones y a causa de eso han perdido el sentido común y la humanidad mínima que se debe tener en la vida: suelen alquilar chicos, generalmente de otras familias gitanas, y todos juntos salen a mendigar por el mundo. El alquiler del niño se pauta de manera diaria, semanal, mensual o bien, por la gira completa.
Hoy a los ocho millones, se les prohíbe viajar en transporte público o tomar aviones, y están excluidos de toda actividad social, al punto que en ningún comercio de Europa los admite como habitués o compradores, fuera de sus asentamientos no les venden ni cigarrillos. Si los gobiernos quieren ver la realidad tendrán que explicar cómo es que tuvieron a los gitanos durante seis siglos en la intemperie europea, sin brindarles una solución a un problema tan humano como urgente. Pero sí, se los legaliza para criminalizarlos o para esterilizar a las mujeres en reiterados intentos culturicidas. La sociedad tiene que ver que la situación por la que atraviesa María, la viven varios miles de niños roms, y que detrás de toda esa indigencia fabricada por propios y ajenos. La sociedad debe saber que la Comunidad Económica Europea, bajo el paraguas de un plan de inclusión de las minorías, especialmente la gitana, le otorgó a todos los países miembros de la Unión Europea una suma no retornable en euros, para que termine con el problema de las minorías. Menos del veinte por ciento de esa suma se invirtió en el problema, del resto del dinero nada se sabe.
Fuente: Jorge Emilio Nedich, escritor y ensayista argentino de origen gitano. Revista Ñ
Fuente: Jorge Emilio Nedich, escritor y ensayista argentino de origen gitano. Revista Ñ
Que interesante, cierto y triste articulo, en Argentina los he visto en bastante buena posición en relación a todo lo que se está contando aquí, estos euros, no es que son tan civilizados? como van a tratar a sí a europeos? congéneres? hace mil años que están en Europa. Tal cual, eso pensé, qué paso con los euritos que decían que no había gitanos rubios? aquí hay muchísimos. Ojala puedan salir de su trampa, su laberinto. Sol
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