En la competencia por ver cuál es el país más arrasado por las políticas neoliberales implantadas a rajatabla por cada mandatario, a pedido de la Troika europea -formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI–, se supo que la desocupación en la Eurozona es la más alta desde la creación de la moneda única. En total hay 18,196 millones de personas buscando trabajo en os 17 países del bloque y 25,486 millones en el conjunto del bloque. Son, respectivamente, tasas del 11,3% y del 10,4% según Eurostat –la Oficina Europea de Estadísticas-. En el último año se destruyeron dos millones de puestos de trabajo. Los efectos sociales de ajustar cada vez más en tiempos de recesión severa, y recortar al mismo tiempo los servicios sociales básicos, son demoledores.
En Grecia creció del 16,8% en mayo de 2011 a 24% en septiembre de 2012. España pasó del 21,17 al 25,1%. Grecia y España se posicionan como los países con el nivel más elevado de desocupación (25,1% y 24,4%). En el otro extremo, las tasas más bajas son de Austria (4,5%), Luxemburgo (5,2%), Holanda (5,3%) y Alemania (5,5%). Portugal alcanzó el máximo nivel histórico, 15,7%. Italia el 10,7%. El informe dice que 10 países del bloque crearon empleo, 16 lo destruyeron y Eslovenia lo mantuvo estable. La tasa de desempleo juvenil -menos de 25 años para estas estadísticas- es dramática, 22,8% en la Zona Euro y 22,7% en la UE. Pero en Grecia y España, más de un joven sobre dos está desocupado (53,8% y 52,9% respectivamente). Las previsiones de Bruselas apuntan a una tasa de desocupación del 12% en la Eurozona en 2013. Eso significa que en un año podrían perder su empleo otro millón y medio de personas.
Las últimas estimaciones de The Economist para Europa son sombríos. El Producto Bruto de la Euroárea caerá en el 2012 en un 0,5%. El de los países que están aplicando a fondo la receta, aún más. La economía de Grecia caerá un 6,1%, sumando más de un 25% desde que recibió los préstamos. La de España descenderá un 1,7%. Italia, un 2,2%. Gran Bretaña, un 0,3%. Según otras fuentes, el de Portugal descenderá en un 3%.
El New York Times describe en una nota a miles de españoles, revisando tachos de basura para alimentarse. Relata que en Vallecas, cuando un supermercado estaba por cerrar, una pequeña multitud esperaba que pusieran afuera la basura. Informa Cáritas que en el 2007 prestaba apoyo a 370.000 personas, hoy son más de un millón. Se recurre a organizaciones como Cáritas, reparto de ropa. Muchos de los que piden alimentos en los Bancos de Alimentos van a otros barrios de la ciudad, para que no los pueda ver ningún conocido. Los inmigrantes están en la peor situación. El gobierno había anunciado antes de las elecciones que no iba a aumentar el IVA. Lo subió de un 18 a un 21%.
En Grecia, donde crecen la desesperación y los suicidios, el gobierno prepara otro ajuste, el tercero en tres años, con recorte de salarios y pensiones, para obtener un nuevo préstamo. Las organizaciones sociales llevaron a cabo una huelga general, y una multitud manifestó en las calles. Una profesora de secundaria señala: “Nos bajaron el sueldo a una tercera parte… Los acreedores quieren empobrecernos totalmente y comprar barato los activos del Estado”.
En Portugal el primer ministro anunció después de fuertes ajustes anteriores, que iba a bajar la contribución de los empleadores al seguro social y lo iba a financiar con un aumento de la contribución de los trabajadores de un 7%. The Economist dice que “consiguió el remarcable logro de unir no sólo a la oposición, sino a sindicatos, empresarios y economistas, contra su intolerable plan”. Un millón de personas salieron a la calle a protestar. El lema fue claro: “Al diablo con la troika, la Comisión Europea, y el Banco Europeo), queremos nuestras vidas”.
Hay otras vías. Las mostró la solidez económica del modelo nórdico en la misma Europa. La ortodoxia sigue perdiendo terreno intelectualmente. Produce efectos letales. Sin embargo, beneficia a sectores, particularmente financieros, del uno por ciento que hoy es el dueño de nada menos que el 43 por ciento del Producto Bruto mundial y que necesita un relato de la economía que lo legitime y proteja sus intereses.
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