En pleno ajuste, el partido de Berlusconi destinó los millones de euros
que recibe del Estado a lujosas fiestas y a privilegios personales de
sus dirigentes. Ninfas con togas sexy y vaporosas, dioses del Olimpo,
gladiadores, centuriones romanos con armaduras y lanzas, un césar con
una corona de laurel, un Ulises de barba y túnica, esclavos, criadas -a
una de las cuales un centurión le toca un pecho-, cántaros llenos de
vodka y mojito. El escándalo de corrupción y despilfarro de fondos
públicos que sacude a Italia puede resumirse con las fotos salidas a la
luz de una decadente (y kitsch) fiesta grecorromana organizada por un
consejero de derecha de la región del Lazio.
En momentos en que los italianos se encuentran estrangulados por
medidas de austeridad draconianas dictaminadas por el gobierno de Mario
Monti para salvar el país y poner las cuentas en orden, el "Laziogate",
provocó conmoción en Italia y dejó en evidencia el descontrol de
los 36 millones de euros que recibe anualmente cada partido, en este
caso el de Berlusconi. Después de los escándalos de corrupción en Sicilia y
en Lombardía, ahora es la región del Lazio (cuya capital es Roma) la
que está en el ojo de la tormenta. Su gobernadora, Renata Polverini,
ahora al borde de la renuncia, se vio envuelta en un escándalo
gigantesco, que amenaza con devastar el Partido del Pueblo de la
Libertad (PDL), la criatura política del ex premier Berlusconi.El ex jefe y tesorero del PDL regional Franco Fiorito
-apodado "Batman"- es indagado por la justicia por haberse apropiado de
800.000 euros destinados al partido.
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