lunes, 27 de agosto de 2012

Un hijo del exilio

Es alto, no se ve maltratado, pero sus mejores tiempos ya pasaron, intenta, no obstante, lucir un carácter animoso. Habla con un periodista de Callejeros. Están en un jardín público de uso privado. Dice el hombre: “Soy hijo de exiliados. Hasta los 27 años y poco antes de la transición no pude volver a España por culpa de Franco”. “A mi padre, pobrecito, no sabíamos ni dónde enterrarlo. Mi madre estuvo muchos años en silla de ruedas".

Prosigue: "Ahora tengo 73 años. Hace meses me quitaron el 30% de un pulmón”. “Mi mujer es inmigrante. Tengo tres hijos con ella. De los tres sólo trabaja una, la del medio… pero no cobra nada. Todos, incluidos los nietos, viven a mi costa. La mayor se acaba de divorciar. Mi yerno se daba a las drogas y al alcohol y la ha dejado con dos niños. (Suspira). El menor de mis hijos aún no se ha ido de casa y además se ha casado con una divorciada y la ha traído a vivir con nosotros.

“Esa señora antes trabajaba, tenía un muy buen puesto, pero desde que vino a mi casa ya no hace nada. Tienen dos niñas que también viven bajo nuestro techo. Y para colmo, ni pude celebrar que España ha ganado el Mundial. Hace un gesto difícil de interpretar: ¿fastidio o desesperación?. “Para colmo —dice— el marido de la mediana anda en líos con la justicia. Al enterarme me desmayé y casi pierdo un ojo al darme con una puerta”.

El periodista asombrado comenta: “Majestad, no creo que su situación sea tan mala”.

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