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(Ilustración: Ricardo Ajler) |
Había decidido matar a la derrota y había dejado el compromiso por escrito: “Te
nombraré veces y veces./me acostaré con vos noche y día./noches y días
con vos./me ensuciaré cogiendo con tu sombra./te mostraré mi rabioso
corazón./te pisaré loco de furia./te mataré los pedacitos./te mataré
uno con paco./otro lo mato con rodolfo./con haroldo te mato un pedacito
más./te mataré con mi hijo en la mano./y con el hijo de mi
hijo/muertito./voy a venir con diana y te mataré./voy a venir con jote y
te mataré./te voy a matar/derrota/nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.” Así había prometido, cuando terminaba la
década del 70, cuando tantos rostros amados (Rodolfo Walsh, Paco
Urondo, Haroldo Conti) ya estaban bajo tierra, cuando el hijo ya había
sido desaparecido. Así se había parado frente a la muerte Juan Gelman,
que era poeta, que era militante, que usó las palabras como una palanca
para mover las piedras del secreto. Con belleza las usó y eso las hizo
eficaces. O tal vez fuera la eficacia su belleza. Juan Gelman, ese
poeta argentinísimo, porteñísimo, murió ayer en México, donde vivía. En los papeles dirá que sufría un síndrome
mielodisplásico, una forma de leucemia. Su nieta Macarena, que nació en
cautiverio y fue recuperada gracias a la acción de Gelman y de su
primera mujer, Berta Shuberoff, viajaba anoche para
participar del velorio, que se hará hoy en el DF. Gelman tenía
83 años. Nadie se atreva a hablar de derrota.
Nota de la Administradora:
Personalmente, considero que sí fue una derrota y se encuentra pendiente
la autocrítica y porqué no, el pedido de perdón a la sociedad por parte
de los sectores que fueron parte o apoyaron a la guerrilla, con la
postura de mártires no alcanza. Deberían asumir la responsabilidad que
les cupo en la tragedia argentina.
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