En Italia, la Justicia eximió a un pedófilo argumentando que la víctima de 11 años, estaba enamorada de él
En febrero
de 2011, el signor, trabajador social que ejercía en la
ciudad de Catanzaro, Calabria, fue condenado por tener sexo con una
menor de edad. Entonces, la niña en cuestión tenía 11 añitos; el señor,
60. Siguiendo el asunto numérico, el hombre recibió una sentencia de
cinco años tras las rejas, pero el Tribunal Supremo italiano revisó el asunto, dio un giro
inesperado y anuló el veredicto. ¿Por qué? Pues, porque, a su entender,
no había contemplado el factor “enamoramiento”. En palabras precisas, la
Corte argumentó haber “subestimado” el vínculo amoroso de la dupla...
Nuevamente, el subrayado: él, jovato de tercera edad; ella, recontra
prepúber. Aunque, acorde a su –viciada– lógica: qué importan las edades
cuando de cuestiones del corazón se trata, ¿cierto?
“¿Sexo con una chica de 11? Sin daño no hay falta”, ironizaron
algunas webs a lo largo y a lo ancho. Todas horrorizadas, dicho sea de
paso, y con sobrados motivos. El primero y principal: que la Justicia
haya justificado al pederasta al entender que “la víctima estaba
flechada, dio su consentimiento, no se la forzó físicamente y había
amor”. Curioso, entonces, que haya sido la propia pequeña –cuyo nombre
no se ha develado– quien interpuso la demanda... Curioso también que los
magistrados no se hayan preguntado: “¿Cuánto consenso puede ofrecer una
niña que ni siquiera terminó la primaria?”
“La decisión del Supremo de repetir el juicio en la fase de
apelación ha generado reacciones de indignación en las redes sociales,
donde muchos han denunciado que los tribunales italianos están
‘validando la pedofilia’. Hecho que, por otra parte,
presenta tremendos agravantes, como señala El Diario de Calabria.
¿Cuáles? Pues, que la muchachita es parte de una familia pobre, que había solicitado la asistencia profesional del
empleado público. Y él, Lamberti, se comprometió a ayudar, poniendo a la
niña bajo su ala, abusando de su posición de poder, comenzando –luego–
el “romance”: comprarle un anillo, cortejarla, increparla con
comentarios eróticos, pedirle que no develara la relación a su madre.
Decirle que debían llevarse “el secreto a la tumba”.
En el ínterin, por fortuna, la policía de Catanzaro tomó
cartas en el asunto y comenzó a recolectar pruebas
–entre ellas, escuchas telefónicas– para denunciar al trabajador social.
El golpe de gracia llegó con un allanamiento a su casa, donde lo
encontraron en la cama y junto a la niña. En pleno acto. Caso
cerrado, al menos hasta el pasado octubre, cuando –como ya se ha dicho–
se anuló la sentencia y se ordenó un nuevo juicio.
Y si recién ahora el tema toma trascendencia pública es por la
necesidad de la propia gente (que echó a rodar lo acaecido) de
evidenciar el accionar de la Justicia tana, que de ecuánime o recta
tiene poco. Y que para proteger a los y las menores del abuso sexual
infantil hace prácticamente nada, engordando las estadísticas. Porque, a
saber: según cifras y estudios internacionales, aproximadamente el 20% de las mujeres y entre el 5 y 10% de los varones
reconoce haber sido víctima de violencia sexual durante la infancia a
nivel mundial.
Habrá seguido el ejemplo del ex primer mandatario el pedófilo
Lamberti... Pobre Italia; qué mala fama le hacen (algunos de) sus
hombres. Comenzando por Silvio Berlusconi, magnánimo modelo de uso y
abuso de poder e incentivo (promoción, armado, montado) de redes de
prostitución. No conforme con dirigir –cual cínico anfitrión– fiestas
“bunga bunga” en su mansión de Arcore, Il Cavaliere incluía en los
festejos a muchachitas jovencísimas, incluso menores de edad. Tal es el
consabido caso de Karima El Mahroug, alias Ruby Robacorazones, con quien
tuvo sexo a cambio de dinero, hecho harto comprobado.
Por ese y otros delitos, el ex primer ministro de centroderecha fue
sentenciado el pasado junio a siete años de cárcel, prohibiéndosele
además ocupar cargos públicos. Y aunque la condena ha sido apelada por
la defensa en los últimos días, la esperanza (de que el dictamen se
preserve) es lo último que debería perderse. De momento sólo resta
esperar que la nueva instancia no haga sino ratificar el fallo. O rezar
los más creyentes. Aunque, con el historial que tienen los soldaditos
del Vaticano, mejor limitarse a
prender velas en la comodidad del hogar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario