Percy Francisco Alvarado Godoy
Lo incierto frustra, desalienta y hace que las dudas emerjan como una
obsesión. La esperanza de recuperar los restos del Boeing 777 de
Malasya Airlines agoniza ante el estupor de todo el mundo. Todos nos
preguntamos si existen realmente los misterios en nuestro mundo actual,
pues nos hemos acostumbrado –en correspondencia con el alto desarrollo
científico y tecnológico que hemos acumulado-, que siempre existirá una
respuesta lógica a nuestras inquietudes.
La gente, desencantada los más,
recibe a diario nuevas esperanzas que se deshacen luego. Amanecimos con
la noticia de que el satélite tailandés Thaichote captó imágenes de 300
objetos al sur del Océano Índico, pero nada nos obliga a creer que ello
resuelva el misterio. Tampoco los operadores de Thaichote se lo creen
con certeza. La razón es que nos vamos acostumbrando a dudar día tras
día de lo que nos dicen, sabedores de que todo lo que ocurre alrededor
de la desaparición del vuelo HM370 se ha convertido en una deliberada
manipulación. El destino final de las 239 personas que viajaban en dicho
avión es conocido solo por unos pocos, precisamente por los
involucrados en su “desaparición”. La confirmación del gobierno malasio
de que el avión se precipitó en un lugar remoto del Índico, tampoco es
creíble y se erige en una tapadera para esconder la verdad. La
especulación sobre las señales submarinas detectadas, tampoco arroja
otro resultado que no sea la burda especulación. ¿Valdría la pena creer
que las cajas negras aún funcionan, cuando pocos saben que las mismas
fueron manipuladas o extraídas del avión por técnicos de la CIA o del
NSA? De no ser cierto esto, ya las cajas negras no emitirían señal
alguna al habérseles agotado sus baterías luego de 38 días. Tampoco es
creíble que el avión pueda ser encontrado en las profundas aguas en que
se manipula que pudo haber caído. Por tanto, la búsqueda de los restos
por un sumergible es otra parte del complot para encubrir la verdad.
El
Bluefin 21 ha realizado dos infructuosas inmersiones sin encontrar pista
alguna. Mientras tanto, en la superficie, 14 aviones y 11 barcos
continuaban hoy la infructuosa búsqueda, en una amplia franja de 62.000
kilómetros cuadrados. Lo absurdo de esta conspiración es que todos los
implicados en la millonaria búsqueda saben qué ocurrió realmente con el
avión y se suman a ella para esconderla y desviar la atención de la
opinión pública sobre lo sucedido. Los enfrentamientos entre militares y
la aviación civil de Malasia es parte de ese rejuego, culpándose unos a
otros con hipocresía. También son manipulaciones las supuestas
investigaciones internas en curso o el intento de frenarlas hasta que no
aparezcan las cajas negras. Lo cierto es que el Boeing de Malaysia
Airlines maniobró para eludir los radares militares malasios y de otras
naciones. Hasta el momento, la compleja red satelital parece no haber
detectado el Boeing 777, ni la ruta seguida por él aquel fatídico 8 de
marzo, lo que resulta un absurdo a todas luces. Hasta el momento la
hipótesis más aceptable implica a EE UU en una oscura operación de
espionaje, realizada con absoluta rapidez y la cual dejó mal parados a
los servicios de inteligencia de otros países. Según informes filtrados y
compartidos entre agencias, existía un arma nuclear o biológica en
dicho vuelo y resultaba una alta prioridad la recuperación de la misma.
Fue el propio Obama quien autorizó el secuestro del Boeing y su traslado
al atolón de Diego García para recuperar dicho artefacto.
Era
preocupación suya, como de otros gobiernos, que la misma fuera detonada
en alguna ciudad norteamericana, en Beijíng, Moscú, Tel Aviv o en otro
sitio urbano. Esta
teoría apunta a que el plan inicial fue manejado por un operativo CIA
que carecía de autorización para realizar esta operación. Tanto es así,
que han surgido evidencias sobre la pertenencia del piloto, otros
tripulantes y pasajeros a la CIA. Lo interesante del caso es que Rusia, a
través del GRU y el FSB, tuvo conocimiento en tiempo real de lo que
sucedía y alertó a los órganos de seguridad chinos, quienes a su vez
trataron de monitorear al aparato en pleno vuelo y evitar su ingreso a
su espacio aéreo. ¿Cómo supo Rusia la presencia de esa bomba sucia en el
vuelo HM370 tres días antes y poco se hizo para detenerlo? Es una de
las preguntas sin respuesta. ¿Por qué China, al ser advertida, solo tomó
medidas preventivas y no tomó acción directa contra la amenaza? Todo
parece indicar que Obama se había comprometido y dado garantías para
desviar el avión y conducirlo hacia un lugar seguro. Rusia y China,
vigilantes, fueron espectadoras del desvío hacia Diego García. No
resulta descabellado el informe filtrado, aunque lleno de lagunas, sobre
el hecho de que el GRU había rastreado la presencia de la bomba sucia
en un carguero norteamericano, el MV Maersk Alabama, matriculado en
Norfolk, Virginia, rumbo a la República de Seychelles. También se sabía
que esa peligrosa carga era custodiada por dos operativos de los Navy
Seals, nombrados Mark Daniel Kennedy y Jeffrey Keith Reynolds, quienes
fueron asesinados luego de que la carga explosiva fuera ya colocada en
el Boeing 777. Esta historia lleva a varias preguntas: ¿Por qué esa
bomba sucia era trasladada en la ruta Seychelles-Malasia-Beijing?
¿Contra qué objetivos iba a ser utilizada? ¿Por qué era custodiaba por
agentes al servicio de EE UU? ¿Por qué no se tomó acción en tiempo real
para detener la operación de traslado de la bomba sucia en Seychelles? ¿Por
qué EE UU pidió el 20 de febrero –tres días después del arribo de la
bomba sucia a Seychelles-, la urgente entrega de 1,200 juegos de trajes
del tipo Equipo de Protección Personal (PPE) a la Agencia de Reducción
de Amenazas de la Defensa (DTRA), los cuales fueron despachados en la
Base Kirkland, de la USAF, ubicada en Nuevo México?
¿Quiénes asesinaron a
Kennedy y a Reynolds? ¿Por qué se dijo que en el vuelo viajaban dos
iraníes con pasaportes falsos, presumiblemente con las falsas
identidades de los dos norteamericanos asesinados y no se tomó acción
para detener el vuelo y recuperar la bomba sucia? ¿Por qué se quiso
involucrar a Irán y luego surgió el rápido desmentido de que ambos
iraníes eran simplemente personas que huían de su país? ¿Por qué no se
ha dado información sobre los pasaportes falsos o robados a un ciudadano
australiano y a otro italiano? ¿Dónde están los dueños de los mismos o
los falsificadores? ¿Por qué tampoco los sistemas de vigilancia no
detuvieron la bomba sucia al ser descargada en Seychelles, donde
permaneció desde el 17 de febrero hasta el 7 de marzo, y en su tránsito
por Dubái, en un vuelo de Fly Emirates que la trasladó a Malasia? Lo
cierto es que el vuelo MH370 recorrió impunemente los 3,447 kilómetros
hacia el atolón de Diego García, donde se encuentra una base secreta
operada por el Pentágono y la CIA. Todos los satélites monitorearon esta
ruta y los gobiernos callan al respecto. Rastros no divulgados de
radares ocultan que la nave fue escoltada por aviones militares
norteamericanos. Zaharie Ahmad Shah, el piloto a cargo del MH370 tenía
en su casa un simulador de vuelo, dotado con un Sistema de Terminación
de Vuelo (FTS), el cual le permite a una aeronave ser controlada
remotamente, así como varias instrucciones de aterrizaje en Diego García
e información sobre sus pistas de aterrizaje.
Tampoco se dio cobertura
al traslado de expertos de los Centros para el Control y la Prevención
de Enfermedades (CDC) de EE UU y del Centro Chino para Control y
Prevención de Enfermedades (CCDCP) hacia la base de Diego García, días
después de la “desaparición” del avión malasio. De la misma manera,
también se ocultó que la bomba sucia fue trasladada el 18 de marzo al
Campo de Pruebas de Misiles White Sand, en Nuevo México, donde se
procedió a su destrucción segura y monitoreada al día siguiente. El
destino incierto de lo que sucedió con el Boeing 777 y sus pasajeros
nunca será conocido en realidad. Ante las dudas, todo apunta que fue
hecho desaparecer deliberadamente en un remoto lugar donde nunca será
hallado. Mientras tanto, los medios especulan y se realiza un circo
mediático basado en una búsqueda que siempre será infructuosa. Otra vez
la conspiración abre un nuevo capítulo ante nuestras narices, similar al
asesinato de Kennedy y los atentados al World Trade Center. Obama se
anotó un punto similar a Johnson y a George W. Bush, en eso de crear
engañifas descaradas y crueles. ¿Qué agenda llevó a Michelle Obama a
China, sola y sin delegación? Espero que las naciones implicadas, más
temprano que tarde, saquen a la luz los vericuetos de esta nueva
conspiración global.
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