lunes, 3 de marzo de 2014

Ucrania Steampunk

Las fotos hechas en la batalla campal en La Plaza Maidan o Plaza de la Independencia de Kiev, obedecen a una estética. Nuestra hipótesis es que corresponde al Steampunk, un subgénero de la ciencia ficción que mezcla tecnologías del futuro con las del pasado

Por Andrés Hax 

Desde hace tiempo ya que se invoca a la novela 1984 y al adjetivo orwelliano para describir estos tiempos de vigilancia cada vez más absoluta. Es una analogía tentadora porque, como en la novela distópica de George Orwell, las cámaras están hoy en todos lados y nos vigilan todo el tiempo (En Buenos Aires, por ejemplo, acaban de instalar cuatro cámaras sobre el Obelisco, transformando el potente simbolismo de este monumento en otra cosa, algo que aún no tiene nombre. Queremos llamarlo orwelliano...). Otro término que se ha utilizado mucho es Panóptico, ese edificio conceptual del pensador británico del siglo XVIII Jeremy Bentham –y sobre el que Foucault teorizó de manera brillante–, con un centro desde el cual todos los habitantes (estudiantes, encarcelados) están bajo continua vigilancia (O no; pero la posibilidad está siempre, entonces la condición de ser vigilado es continua). Aunque un reciente ensayo de Zeynep Tufekci –del cual nos enteramos en un post del sitio io9– enfatiza que estas metáforas son equivocadas y nos distraen de la realidad de nuestro tiempo.

Recomendamos la lectura de este ensayo a cuyas ideas subscribimos. No las resumimos aquí porque esta nota se trata de otra cosa. Quisiéramos esbozar una teoría sobre cuál genero de ciencia ficción podría ayudarnos a entender nuestro presente. 

Implícita en este plan está la creencia de que la ciencia ficción, en su mejor expresión, no es necesariamente profética pero sí funciona como un sueño difuso del porvenir. Mirando las imágenes que han salido de las batallas campales de la Plaza Maidan en Ucrania, con una mezcla de fascinación y congoja se nos ocurrió una idea que se cristalizó en la palabra Steampunk.



En síntesis, el Steampunk es un subgénero de la ciencia ficción caracterizado por tecnologías de vanguardia (o hasta de un futuro imaginario) que coexisten con tecnologías (y formas de vestir y hablar también) de la era victoriana. Pero esto es sólo la carcasa, y si se quedara allí sería simplemente una curiosa invención estética. Lo que pasa con este género es que cuando está en manos de un escritor magistral (como China Miéville), esta extraña combinación lleva a cuestionamientos ideológicos sobre la tecnología y la cultura, la tecnología y la sociedad. ¿Por qué ciertas tecnologías aparecen cuando aparecen? Si los materiales para todo lo que existe en el mundo siempre estuvieron entre nosotros, la cuestión es re-ensamblarlos. Las energías que utilizamos siempre estuvieron con entre nosotros, aunque sea en estado latente.

Otra pregunta muy de Steampunk: ¿La cultura humana crea la tecnología o es al revés? (Hay pensadores como Kevin Kelly que afirman que “somos los órganos sexuales de la tecnología.) Una cosa cierta es que el acceso a ciertas tecnologías otorga un enorme poder. Un posible escenario de un cuento Steampunk podría ser, por ejemplo, una guerra del estilo de la Guerra Civil estadounidense en la que todas las condiciones históricas son iguales salvo que uno de los bandos logra disponer de una tecnología futurística (en relación con el momento) como la telefonía celular.

Como dijimos, esta nota es una hipótesis que lanzamos para que lo completen los lectores. Hay que enfatizar que las imágenes de las protestas en Ucrania no corresponden exactamente al Steampunk ortodoxo. Pero su característica principal es esta dicotomía entre lo nuevo y lo antiguo (hablando tanto de artefactos, como de costumbres) que está al corazón del Steampunk. El conflicto en Ucrania ha puesto cara a cara tecnologías de represión modernas con tecnologías de resistencia totalmente improvisadas.

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