jueves, 24 de julio de 2014

Migrantes en La Bestia


El tren conocido como La Bestia se ha convertido ya en metáfora de la inmigración global, utilizado por los inmigrantes para viajar a través del territorio mexicano para llegar a la frontera con EE.UU. Según quienes se han subido, no podía tener un nombre mejor: se viaja a la intemperie, con riesgos de caída, bajo sol, sufriendo hambre, por lugares remotos, con peligros. Quienes aguantan, las condiciones en que los migrantes se mueven en busca de una vida mejor, se exponen a secuestros, robos, violaciones y extorsiones. Si todo va bien, los indocumentados centroamericanos deberán pagar más de 1.500 dolares en mordidas en su travesía en tren por territorio mexicano.

Desde Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, familias completas están huyendo de sus hogares. Ya no se trata de migrantes, sino de desplazados que transitan por México, rumbo a Estados Unidos. Estamos frente a un fenómeno de expulsión forzada donde los actores dejaron de migrar en busca de mejores oportunidades laborales o la reunificación familiar ante el recrudecimiento generalizado de la violencia en la región centroamericana. Los informes muestra que en la ruta hay hombres y mujeres solos que continúan siendo mayoría, seguidos de un incremento considerable de menores no acompañados de entre 14 a 18 años y una cantidad inusitada de mujeres con niños de entre cero y 12 años. 

El sueño de EE.UU.: Dada la situación de extrema violencia por la cual miles de familias son objeto de desplazamientos forzados de sus lugares de origen, cada día en el lomo del tren llamado La Bestia viajan más de 700 que pretenden llegar a Estados Unidos. Solamente un 20% alcanzarán su meta. La mitad serán detenidos antes de cruzar el territorio mexicano. El 30%, a manos de la Patrulla Fronteriza, según estadísticas del Gobierno mexicano. Desde octubre de 2013, más de 52.000 menores de edad han sido interceptados en Estados Unidos. En Texas y Arizona, dos estados fronterizos con México, los centros de detención y bases militares están saturados, y niños y jóvenes permanecen hacinados a la espera de su deportación.

A fines del año 2013 algo diferente se gestaba en los flujos migratorios centroamericanos en su tránsito por México. Se produjo un incremento sustancial del tráfico en la ruta migratoria que fue muy notorio a partir de febrero de este año y se convirtió en verdadera avalancha en los meses de abril y mayo y lo que va de julio. Pero no solo hay un incremento de volumen de personas, se aprecia un cambio cualitativo en el ánimo de los migrantes: se observa un verdadero estado de emergencia que excluye las consideraciones del tamaño del peligro y del nivel de sacrificio físico y personal que implica su travesía por México. Es una población en movimiento con un nivel de desesperación que los apremia, sin importar consecuencias ni tragedias. No tienen más remedio que huir.

Un grupo de migrantes muestra su alegría por estar, por fin, a lomos de La Bestia, el tren que les llevará al norte. Después, les queda atravesar una frontera, un muro, para llegar a EE UU. Ni el trayecto en tren, ni lo que vendrá después, son tareas fáciles. La lluvia, el calor, los ataques y caídas amenazarán su camino. Y, pese a los riesgos, celebran dejar atrás sus historias de violencia y miedo en sus países.

Fuente: El País/fotorrelato

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