Las protestas en Turquía contra el gobierno de Recep Tayyip Erdogan entraron en una nueva fase ayer, con la movilización de dos importantes sindicatos tras seis días de masivas manifestaciones en varias ciudades del país. La Confederación Sindical de Obreros Revolucionarios (DISK) se sumó a la Confederación de Sindicatos del Sector Público (KESK), que convocó el martes a una huelga de solidaridad de dos días con los manifestantes. La DISK reivindica 420.000 miembros.
Los dos sindicatos, marcadamente de izquierda, anunciaron marchas de protesta y huelgas en las principales ciudades turcas. Pese a las “disculpas” del gobierno a las víctimas de la violencia policial, miles de personas invadieron la plaza Taksim de Estambul, donde volvieron a pedir la salida de Erdogan. También en Ankara se congregaron miles de personas.
Según la cadena de televisión NTV, dos policías y tres manifestantes resultaron heridos ayer por la mañana en Hatay. Al menos 25 personas fueron detenidas en Izmir (oeste) por haber difundido en Twitter “informaciones falsas y difamatorias” informó la agencia Anatolia. Ali Engin, un responsable local del principal partido de oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) declaró a Anatolia que los sospechosos fueron detenidos por haber “llamado a la gente a manifestarse”.
Anteayer, un día después de la muerte de un segundo manifestante –las víctimas ya son tres–, el viceprimer ministro Bulent Arinç intentó reducir la tensión al calificar de “legítimas” las reivindicaciones de los ecologistas, que originaron el viernes pasado el amplio movimiento de protestas. Arinç, a diferencia del tono firme empleado por Erdogan –que sigue hasta hoy de gira por el Magreb–, ha tenido una actitud más conciliadora. Los enfrentamientos han dejado más de 1500 heridos en Estambul y al menos 700 en Ankara, según las organizaciones de defensa de derechos humanos y los sindicatos de médicos. Estas cifras no fueron confirmadas por las autoridades.
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