Franca Giacopini
Ver para creer. Ángulo inferior izquierdo de la portada del
“cotidiano comunista” Il Manifesto del domingo 15 de septiembre de 2013.
Antetítulo: Tras la carta a Repubblica, segunda postal del papa al
Manifesto. Titular: “Mirad los ojos de los niños sin vida”. Firmado:
Francesco.
Traduzco el texto: Numerosas llamadas y cartas de sorpresa y
consenso, y alguna de contrariedad, a los breves mensajes del papa “en
un cotidiano comunista”. También nos ha llamado la [agencia de prensa]
ANSA. Solo podemos confirmar la procedencia inequívoca del otro lado del
Tíber [NdT: el Vaticano] y la segura paternidad de Francisco de las
“postales” al Manifesto. Ayer llegó otro mensaje que, por su
intensidad, les proponemos inmediatamente.
Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Gracias por esta
hospitalidad. Para mí es un deber escribir más allá de la soledad de la
comunidad y en la comunión del silencio. Quisiera hablar aún de la
guerra, la nueva guerra que nos amenaza en Siria, aunque hombres de
buena voluntad se ocupan en estas horas de encontrar una solución de
diálogo, la única posible. Lamento que un hombre recto, el presidente de
una gran potencia, para convencer a su pueblo de la intervención
militar haya abierto la ventana de los horrores. “Miren -dijo- a los
ojos de los niños muertos por las armas químicas, miren esos ojos, esa
mirada fija”. El Nuncio estadounidense me revela que se han distribuido
fotos de esos ojos a los pilotos de los cazabombarderos. Cómo no
asustarse. Hablando desde la plaza de San Pedro, yo también expresé mi
dolor por esos niños destrozados. Miré aquellos rostros y aquellos ojos.
¿Acaso nos dicen ahora que hay que hacer otra guerra y matar todavía
más inocentes, como ya ocurre en otras partes del mundo? No. Eso
significaría matarlos dos veces, hacer otro estrago. Cierto: quienquiera
que haya sido el criminal culpable, tiene que pagar: ante los hombres y
ante Dios. Pero la respuesta no es la guerra que produce en todo el
mundo ojos de niños sin vida ni sonrisa. En la plaza de San Pedro hablé
también del mercado de las armas: no hay un mercado bueno de armas
legales y otro malo de armas ilegales. Están fuera de la ley todas las
armas. Y la guerra. Abandonen todo vana pretensión de intervención
militar. Que la paz esté con nosotros.