Germán Gorraiz López
La irrupción mediática de Edward Snowden, (ex-técnico de Booz Allen,
sub-contrata de la CIA) confesando ser el autor material de las
filtraciones a The New York Times y The Guardian sobre el programa
PRISM (espionaje de telecomunicaciones a cargo de la Agencia
Nacional de Seguridad (NSA), habría desatado todas las alarmas en la CIA
ante el peligro evidente de destapar los secretos inconfesables de los
sótanos secretos del establishment.
Según The Washsington Post, la Justicia de Estados Unidos presentó
de inmediato cargos de espionaje contra Snowden y a su vez pidió a las
autoridades de Hong Kong que fuera detenido. Sin embargo, Snowden, con
la complicidad de las autoridades chinas y acompañado de Sarah Harrison
,(ciudadana británica que trabaja como investigadora legal para el grupo
Wikileaks , según la agencia Reuters), se dirigió en un vuelo sorpresa
hasta la terminal de tránsito del aeropuerto moscovita de Sheremétyevo,
al no existir en Rusia convenio formal de extradición con EEUU y donde
en teoría seguiría inmovilizado.
Putin, (a pesar de los requerimientos de EEUU aduciendo claras bases
legales para deportar a Snowden como tener el pasaporte revocado y la
existencia de cargos contra él), habría rechazado dicha deportación
indicando que no habría cruzado la frontera rusa, triquiñuela jurídica
para conseguir desvincularse del problema de EEUU pero que tendrá
consecuencias a posteriori que acelerarán el retorno a escenarios de
Guerra Fría EEUU-Rusia.