jueves, 30 de mayo de 2013

El rostro de la miseria

Colombia
De eso se trata Vivir en la tierra, la muestra que reúne más de 60 fotografías tomadas por Andy Goldstein en asentamientos populares (villas) de catorce países latinoamericanos. El fotógrafo ha viajado a lo largo del continente durante más de dos años relevando historias, poniendo al descubierto que aquello que la distancia física separa, la pobreza lo vuelve a unir. Las fotos son un registro documental difícil de enfrentar: cada una de las imágenes es acompañada de un pequeño cartel que indica quiénes son los fotografiados con nombre, apellido, lugar en el que la foto fue tomada y hasta datos geográficos como la altitud y latitud del sitio. Y así la miseria deja de ser una entelequia anónima, una gran bestia fagocitando identidades. 

Hay dos decisiones fundamentales que el fotógrafo tomó y que definen las características de esta serie de imágenes. En primer lugar, Goldstein ha invitado a los retratados a elegir de qué manera se tomaría la fotografía (dónde, cómo, quiénes). Los fotografiados participan así de la composición de la foto y el fotógrafo a su vez, participa de la visión que ellos mismos tienen sobre su realidad. “El autor es el coyote que facilita cruzar esa frontera”, describe Teddy Cruz desde alguna de las paredes de la sala.

Guatemala
La otra elección determinante en las composiciones es –como siempre en la fotografía– la selección del foco. Goldstein ha elegido una lente panorámica, lo que le permite abarcar con la misma calidad de imagen los retratados y el espacio que los contiene –si es que esos espacios, atiborrados de cosas, en los que conviven peluches maltrechos, pollos colgando, guitarras, televisores e insecticidas, pueden contener a alguien–. Otra consecuencia de la lente panorámica es una alteración de la perspectiva. Como si mirásemos a través de una esfera, los espacios, levemente distorsionados por la lente, se vuelven aún más asfixiantes.

Argentina
Límpidas imágenes de la mugre, las obras que denuncian la miseria son impolutas, para que no se nos escape ni un detalle. Fotografías de gran formato, a todo color. Resulta paradójico que tengamos que llegar hasta las paredes de una sala de exhibiciones para ver lo que podríamos ver en cualquier esquina: los rostros cansados, los niños flacos, avejentados por el hambre. O tal vez no. Tal vez la realidad deba comenzar a colarse por nuestros espacios cotidianos hasta que por fin nos decidamos a mirar su rostro: entonces, quizás nos despertemos del letargo y nos demos cuenta de que no hay nosotros ni ellos, ni dignidad posible en la pobreza de ningún chico latinoamericano.

Ecuador
 Hogares construidos de carencias. Pies descalzos. Miradas tan áridas como la tierra del suelo. No hay piso en estos espacios. Tampoco ventanas: la luz se filtra por las hendijas de los muros construidos de chapa, madera o cartón. Fotografías que documentan aquello que no queremos ver. Y –como la montaña que viene a Mahoma– llegan al centro de la Recoleta para que dejemos de mirar hacia otro lado.

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