Por Osvaldo Bayer, desde Bonn
Lo que no se pudo anular fue algo que lo dicen las cifras: el diez 
por ciento de la población goza del 53 por ciento de la fortuna neta 
total nacional; al nivel más bajo, con menos entradas de la sociedad, 
que significa el 50 por ciento de los hogares, le corresponde el uno por
 ciento de los valores de las entradas anuales. Y el 46 por ciento 
constituye la clase media. Hace diez años, este estudio adjudicaba el 
tres por ciento del total a la clase con menos entradas. Con respecto al
 nivel de pobreza, los autores del estudio señalan que se trata de los 
hogares que perciben menos de mil euros por mes, entre los cuales se 
encuentra entre una sexta y una séptima parte de la población alemana. 
Estos son los resultados de un sistema económico que se aplica desde 
hace más de 60 años. Y que debemos decir está bien administrado. 
Pero no llega a cumplir los preceptos de una verdadera democracia. 
En otros países capitalistas, las diferencias se agrandan aún más con el
 correr de los años. Tenemos el caso de México, uno de los países con 
más pobres en su sociedad. Sin embargo, el hombre más rico del mundo es mexicano, Carlos Slim, empresario en telecomunicaciones, con 73 mil 
millones de dólares declarados. Ironías de una realidad brutal. Y el ex 
papa agradece todos los días a Dios por su infinita bondad. 
Una vez más uno se pregunta: ¿por qué las escuelas de Economía de 
todo el mundo no se reúnen en un congreso internacional y discuten a 
fondo la forma de lograr un sistema económico que nos rija, el cual sea 
capaz de eliminar para siempre la miseria, la pobreza, las 
desigualdades, la falta de trabajo aun en los países industrializados 
más adelantados, etc. etc. etc.? ¿Quién se podría negar ante una 
búsqueda ética así? ¿Tal vez México?
El problema más grave es la juventud sin trabajo. Una cifra de la que
 Alemania está orgullosa. El número de jóvenes desocupados es mucho 
menor que en el resto de Europa. En Italia y España esas cifras llegan 
hasta el 50 por ciento. Lo que significa un futuro sin salida. Ese 
problema tendría que ser el principal para esos países, porque los 
jóvenes significan justamente eso: el futuro. La palabra violencia justo
 va surgiendo a raíz de esas situaciones injustas que una sociedad jamás
 debería permitirse.
La expresión crisis económica seguirá siendo actualidad durante mucho
 tiempo. El sistema no es capaz de encontrar una solución. Lo acaba de 
expresar el profesor Wolfgang Streeck, director del Instituto Max Planck
 para el estudio social, de la Universidad de Colonia, Alemania. La 
respuesta de él tiene algo definitivo. Ante la pregunta de si la crisis 
económica del capitalismo ha sido superada, respondió: “No, para nada”.
Y agregó: “Tampoco en los próximos años va a haber un fin de la 
crisis actual, siempre que se entienda detrás de la palabra crisis que 
la política más que en tiempos pasados debe tener en consideración a los
 mercados financieros. La crisis económica no es sólo eso sino también 
una crisis política. Tiene lugar en la antigua tensión que existe entre 
capitalismo y democracia, tensión que se ha recompuesto paso a paso. 
Como nosotros podemos observar hoy, ha terminado la pacífica 
coexistencia entre esos dos conceptos, nacida después de la Segunda 
Guerra Mundial”.
Pero no va a ser fácil. La clase del poder financiero está preparada para responder.
 Más, los conservadores, aquí en Alemania, que no piensan perder un paso
 en el futuro, están formando un nuevo partido político, con mucho 
dinero. Quieren una política aún más conservadora que la que llevan a 
cabo la democracia cristiana y los liberales. El partido se va a llamar 
Alternativa para Alemania y piensan formar una minoría que entre siempre
 en los gobiernos de centroderecha para influir en la política 
económica. Y ya han comenzado con una propaganda antieuropea.
Quieren terminar con el euro y volver a una auténtica moneda alemana,
 exclusiva, que no se atenga a los vendavales financieros que originan 
los países más pobres de Europa, como Grecia, Portugal pero también 
Italia y España, últimamente. Ser como Estados Unidos, pero en Europa. 
El país que dicta las normas económicas del mercado. Como se ve, el 
futuro no es fácil, los intereses propios son muy poderosos. El mundo no
 logra estabilidad. Bien, cuando uno ve la Europa de ahora y piensa en 
la Revolución Francesa de 1789 no cabe sino una sonrisa como expresión 
irónica ante la tristeza actual.
¿Hay soluciones para este mundo? Es la cansada pregunta sin 
respuesta. El filósofo Martin Seel lo dice en su libro Ciento once 
virtudes, once corrupciones, que termina sosteniendo una frase ya bien 
conocida, pero que es la única solución para el mundo: “Lo único que 
puede mejorar al ser humano es la obtención de mejores condiciones de 
vida en las cuales pueda vivir mejor”. Así de sencillo. Lo demás son 
todas buenas palabras, mejores intenciones, sueños. Claro, la clave está
 en cómo obrar para llegar a eso.
Después de leer las últimas noticias de que China en el 2020 se va a 
convertir en el más grande mercado de venta de automóviles de lujo, que 
cuestan 150.000 euros cada uno y se calcula que ya en el 2020 va a 
vender tres millones de esos autos, de 1,7 millón que vendió el año 
pasado. Aquí uno piensa en Mao, pero sólo con ironía y no con 
dramatismo, porque sería caer ya en el pesimismo absoluto.
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