En el juicio a los acusados del centro clandestino que funcionó en la ESMA, el represor Adolfo Donda dijo “Algunos canallas se retiraron con sus valores democráticos y dejaron a este grupo como chivo expiatorio, como pato de la boda o como quieran llamarlo”. Parecía indignado por haber sido “abandonado” por sus superiores pero a la hora de dar nombres de ex camaradas de armas se negó “por cuestión de lealtad. En el juicio por los crímenes cometidos en el centro de detención, que funcionó en Automotores Orletti, donde pasaron las víctimas del Plan Cóndor en Argentina (coordinación represiva entre dictaduras del Cono Sur). En la parte de arriba de la sala, las mujeres de los represores cantaban el himno. Abajo, entre los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo, estaban los hijos de los desaparecidos del centro, muchos llegados desde Uruguay. Entonces, lentamente empezó a sonar los nombres de los desaparecidos: ¡Gerardo Gatti! ¡Presente! ¡Dardo Zelarayán! Presente. ¡María del Carmen Pérez! ¡Presente! ¡Marcelo Gelman! ¡Presente!.
En 1976 el hijo del poeta Juan Gelman, fue secuestrado junto a su esposa, tenían 19 y 20 años. Su nuera estaba embarazada. En 1999, Gelman en una nota dirigida al teniente general Balza, Jefe del Ejército Argentino, quien se destacó por realizar una "autocrítica" condenando la violación de derechos humanos, reveló, "Señor teniente general Martín Balza: tiene usted bajo su mando inmediato a uno de los responsables mediatos del robo de mi nieta o nieto nacida/o en cautiverio. Se trata del general Eduardo Cabanillas, comandante del Segundo Cuerpo de Ejército en Rosario. Como usted no ignora, ese delito es imprescriptible. ¿Piensa hacer algo al respecto?. "En su notorio discurso del 25 de abril de 1995 ofreció usted a los familiares de las víctimas de la dictadura militar “respeto, silencio ante el dolor y el compromiso de todo mi esfuerzo para un futuro que no repita el pasado”. Pero, ¿cómo impedir la repetición del pasado si se lo aplasta con impunidad y silencio? El dolor necesita palabras. Hable, señor teniente general. A usted le será mucho más fácil que a mí averiguar el destino de mi nuera y su bebé. Tiene acceso a todos los medios para ello. Si no lo hiciere, procure evitar el castigo del insomnio: el no sueño de la mala conciencia es un territorio devastado por la muerte.
En 1990 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos del hijo de Gelman, los de su nuera no aparecieron. Su nieta fue abandonada en la puerta de una casa en Montevideo y adoptada por un matrimonio uruguayo. Finalmente fue encontrada por Gelman, en el 2000. El año pasado, Macarena Gelman, acompañada por su abuelo presentó una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que se reactive en Uruguay la investigación. “Es difícil para mí enfrentarme a mi propio país, o al país que me impusieron, porque nací y crecí en Uruguay”, dijo la joven de 33 años. En la Argentina, el Tribunal Oral Criminal Federal 1 dio a conocer su veredicto, condenando a prisión perpetua al ex general Cabanillas. “Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”, coreó el público presente ayer a la tarde en la sala de audiencias de los tribunales de Comodoro Py.
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