Entre interpretaciones que glorifican a las redes sociales, pasó desapercibido un factor tradicional y tajante: los alimentos subieron un 32 por ciento en el segundo semestre de 2010. Un viejo problema que va a agravarse en el futuro.
Por Peter Popham
La revolución avanza. Mientras Khadafi suelta a sus matones y mercenarios para la pelea final en las calles de Trípoli, hay varias muertes en Irak a medida que las protestas se hacen más duras. El rey Abdulá de Arabia Saudita intenta sobornar a sus súbditos con una coima de 35.000 millones de dólares en viviendas, servicios sociales y becas. Ahí nomás en Bahrein sueltan presos políticos pero la situación no se calma. En Irán, el presidente no para de hablar, encantado, sobre el caos en el mundo árabe, sin mencionar el creciente odio en su propio país. La oposición en Yemen gana fuerza cada día. Y no es cosa del Medio Oriente nada más. Es una crisis africana: Túnez, donde todo empezó, es un país africano y esta semana un desesperado veterano de guerra se quemó vivo frente al palacio presidencial de Senegal, imitando al vendedor ambulante de Tunez. El espíritu de la revuelta se extiende como un incendio a media docena de naciones africanas desgobernadas, con disturbios en Mauritania, Gabón, Camerún y Zimbabwe.