viernes, 4 de febrero de 2011

Pánico estratégico

Por Francisco G. Basterra

Todavía no sabemos si la temida policía secreta Mujarabat está quemando los ficheros de la represión, institucionalizadas en el Egipto de Mubarak, como hizo la PIDE portuguesa en la Revolución de los Claveles en las últimas horas. La destrucción de las huellas del crimen junto con el avión presidencial listo en la pista para despegar son las señales definitivas de la caída de una dictadura. Más la decisión de la Casa Blanca. Obama ya ha transmitido la urgencia de la salida del poder del último faraón. El aliado estratégico que durante 30 años ha protegido los intereses de EEUU cuidando a Israel y bloqueando al islamismo. Ha cumplido con creces. Pero ahora, para seguir manteniendo, el orden norteamericano en Oriente Próximo, preservar las fuentes de petróleo en Arabia Saudí, y poder enfrentar el ascenso regional de Irán, el rais debe saltar. "Quizás sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Esta frase atribuida a Roosevelt referida al dictador Somoza, en Nicaragua, explica los recelos de Washington para sacar el tapón y dar paso a una nueva época en Oriente Próximo.


La estabilidad a cualquier precio, incluida la democracia, sea para contener el comunismo o el islamismo, conduce a la inestabilidad que se pretende evitar. Mubarak ha dejado de ser el garante de Washington. Ya no es "nuestro". La hoja de ruta de la "transición ordenada" estaba en los cables de Wikileaks. Ya preveían que Suleimán, "por ser militar, estaba en cualquier escenario de la sucesión como figura de transición", y consideraban "improbable la toma del poder por los Hermanos Musulmanes en el periodo inmediatamente posterior al rais".

Asistimos a la revolución en directo gracias a la televisión, Al Yazira sobre todo, que la está mostrando al mundo árabe. La voz de los árabes, de Nasser, a los SMS y a las redes sociales, que ya han dejado de ser únicamente juguetes del mundo rico. Una rebelión, más social y económica que política. El tsunami, nacido de la pobreza, el desempleo, del ansia de dignidad, la necesidad de respeto exigida por los jóvenes árabes y las clases medias y profesionales, de la falta de alternativas vitales. La imperiosa necesidad de sacudirse el sentimiento de estancamiento, fracaso y frustración que ha aplastado durante decenios a las sociedades árabes. Como ha escrito Anthony Sadid en The New York Times, "por primera vez en una generación, no es la religión, ni la aventura de un líder único, ni las guerras contra Israel, lo que ha puesto las pilas a una región, sino el deseo visceral de una vida decente".

Obama ha sentido pánico estratégico ante un posible desmoronamiento del orden norteamericano en el arco de crisis del gran Oriente Próximo. ¿Imaginan lo que supondría el cierre del canal de Suez para Europa? España recibe entre el 10% y el 15% del gas que importa a través de barcos que cruzan el canal. Obama piensa en Israel cercado; en Irán, la caída del sah y su sustitución por una dictadura islámica que impuso, con mucha sangre, una teocracia fundamentalista. Vé a Hezbolá en Líbano y a Hamás en Gaza. No quiere ser otro Carter, que "perdió" Irán dejando caer a Reza Pahlevi, y a la Nicaragua de Somoza. Pero está haciendo en Egipto lo mismo que hizo en Teherán en 1979 su antecesor. El embajador norteamericano, Sullivan, acude a palacio para comunicar al sah la exigencia de una retirada inmediata. -Sí, pero dónde voy a ir -responde sumiso el rey de reyes. -¿Qué le parece su mansión de Suiza?. -¡No! La seguridad no es satisfactoria. También tenemos una casa en Inglaterra, pero el tiempo es malo... A los días, Reza Pahlevi abandonaba Irán, temporalmente por motivos de salud, tenía cáncer y era recibido en Egipto por Sadat.

La hoja de ruta que pretende seguir EE UU en El Cairo: provocar el cambio desde la actual Constitución, algo así como lo que se hizo en la transición española después de Franco, "desde la ley a la ley", es compleja y arriesgada. El futuro no está escrito. Como escribe el analista Shibley Telhami: "EE UU puede obligar a barajar cartas, pero no puede decidir dónde caen las bazas".

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