Latinoamérica
sigue siendo “El Dorado”. Pero, en el siglo XXI de la globalización y
el auge de Oriente, el nuevo oro es el petróleo y los conquistadores son
las multinacionales estatales chinas. En su frenética búsqueda de crudo
para alimentar su crecimiento económico, el régimen de Pekín está comiéndole terreno a EE.UU. como principal inversor y socio comercial de su hasta ahora “patio trasero” y ha desbancado a España. La nacionalización de YPF, la filial argentina de Repsol,
ha vuelto a poner de manifiesto el interés de las petroleras chinas por
este continente, donde el año pasado se descubrieron abundantes
reservas de crudo. Mientras el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
maquinaba la expropiación, la empresa española estaba negociando vender
el 57% de YPF a China Petrochemical Corporation (Sinopec) por unos
6.000 millones de euros. Tras la intervención, el portal chino Caixin.com ha desvelado que Sinopec estaba dispuesta a seguir adelante con la compra y a desembolsar hasta 11.540 millones de euros.
Sedientas
de petróleo, las compañías chinas están ansiosas por ocupar el lugar
que deje Repsol en Argentina por culpa de la nacionalización de YPF. El
principal motivo de este interés radica en el gigantesco yacimiento de
hidrocarburos de Vaca Muerta, hallado en noviembre al suroeste del país
en la provincia de Neuquén.
Con el equivalente a 927 millones de barriles de petróleo, era el mayor
descubrimiento de crudo en la historia de Repsol y requería una
inversión de 25.000 millones de euros para su explotación, que las
petroleras estatales chinas no deberían tener problemas en reunir
gracias a los 3,3 billones de dólares (2,5 billones de euros) que
atesoran sus reservas de divisas, las más cuantiosas del mundo.
Desde
2010, el régimen de Pekín viene lanzando una ofensiva para implantar
sus multinacionales estatales por todo el continente. Ese año, China
National Offshore Corporation (CNOOC) adquirió por 2.350 millones de
euros el 50% del grupo argentino Bridas, que luego pagó a BP 5.382
millones de euros por el 60% de Pan American Energy, la segunda
petrolera del país. Bridas y CNOOC llegaron a
un acuerdo para hacerse con las refinerías y ventas de Exxon Mobil en
Argentina, Uruguay y Paraguay.
Hace
dos años, Sinopec pagó 5.300 millones de euros por el 40% de la filial
brasileña de Repsol y, el 30% de la portuguesa
Galp en dicho país. Por su parte, la también
petrolera china Sinochem compraba a la noruega Statoil el 40% del yacimiento Peregrino. Un
informe publicado en el número 59 de la revista Economía Exterior
detallaba las últimas operaciones chinas para aumentar sus recursos
petroleros, ya sea mediante ampliaciones de capital o incluso ofreciendo
créditos a cambio de crudo. Con este sistema, el Banco de Desarrollo de
China le prestó 7.581 millones de euros a Petrobras en 2009 y otros
5.900 millones a Ecuador, que ya exporta al gigante asiático más de la
mitad de su petróleo.
Aprovechando el “anti-americanismo”,
Sinopec, CNOOC y China National Petroleum Corporation (CNPC) invertirán
hasta 2016 más de 30.000 millones de euros en cuatro proyectos que
prevén la producción de 800.000 barriles diarios en Venezuela, muy por
encima de los actuales 112.000, así como la construcción de una
refinería con capacidad para 200.000 barriles al día. Además, China ha
financiado una nueva refinería de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en
Brasil que, operada junto a Petrobras, procesará 230.000 barriles.
Para
procesar el petróleo venezolano, China ya está construyendo una gran
refinería que procesará 400.000 barriles al día y seguirá alimentando su
pantagruélica demanda, que este año importará 266 millones de toneladas
de petróleo y consumirá 9,4 millones de barriles diarios. Para 2015, la
Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda llegará a los
11,63 millones de barriles al día gracias a un crecimiento a prueba de crisis. Hace
once años, el comercio entre China y Latinoamérica apenas rebasaba los
7.500 millones de euros. En 2011, creció un 31,5% hasta superar los
183.000 millones de euros, de los cuales 93.000 millones fueron
exportaciones chinas y 90.000 importaciones. Este espectacular
incremento da buena cuenta de los intereses chinos por los recursos
naturales, como petróleo, gas y minerales, que atesoran países como
Brasil, México, Chile, Venezuela y Argentina.
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