domingo, 17 de julio de 2011

Rápido, furioso, y nauseabundo

Por Víctor Beltri, columnista de Excélsior 

Es muy probable que los consumidores de droga no sean conscientes de la sangre derramada para que puedan tener acceso a la siguiente dosis. Mientras que en España se consume en los baños de bares de moda, o en Holanda a la vista de las autoridades, en México la guerra en contra del crimen organizado ha cobrado más de 40.000 víctimas, desde 2006. 40.000 muertos, historias de dolor y sufrimiento que han sumido al país entero en el desasosiego y el temor: cuerpos arrojados a las calles; ahorcados que cuelgan de los puentes y a los que se les prende fuego; cadáveres disueltos en barriles de ácido. Fosas clandestinas que revelan el horror de personas sin nombre y apellido. Así, todos los días. Vivir en el miedo. México, debido a su posición geográfica, es el paso natural de narcóticos al mayor mercado del mundo, Estados Unidos. Es un negocio que reporta utilidades a los delincuentes de miles de millones de dólares cada año, y que es ferozmente disputado por bandas organizadas, carteles poderosos y violentos.

Cuando el presidente Calderón se decide a luchar contra estas bandas, solicita al mismo tiempo, al Gobierno norteamericano, que restrinja la venta de armas de grueso calibre que, son las utilizadas por los delincuentes mexicanos. En Estados Unidos, cualquier persona puede comprar armamento sin restricción alguna. Fusiles de asalto, ametralladoras, lanzagranadas. A la venta en mostrador. La respuesta ha sido siempre la misma, negativa. Los lobbies de las armas son muy poderosos y activos políticamente, y han sabido vender la idea a la población de que el derecho reconocido en la segunda enmienda constitucional para poseer armas, promulgado en 1791, tiene la misma vigencia hoy que entonces.

La ATF, agencia encargada de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos, permitió y alentó, a través de la operación Fast and Furious, Rápido y Furioso, la entrada a mexico de más de 2.000 armas como las descritas. Sabiendo que no es lo mismo un traficante con un fusil Barrett, capaz de penetrar cualquier blindaje o pared.

Mientras tanto, México sigue viviendo una pesadilla que comenzó con el apetito voraz de los norteamericanos por las drogas y es alimentada por vendedores de armas sin escrúpulos, ante la mirada displicente de su Gobierno. México sigue poniendo los muertos. Muertes que podrían evitarse si a la pradera ardiendo del negocio multimillonario no se arrojara la gasolina de las armas sin control alguno. Es irónico pensar que, cuando a principios del siglo XX el presidente mexicano Porfirio Díaz dijo su célebre frase, "pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos", no imaginó que por un momento pasó de dictador a profeta.


3 comentarios:

  1. Y sin embargo la lógica de lo que ocurre es inexorable, al fin y al cabo Estados Unidos exige la lucha contra el narcotráfico en los países de origen de la droga, pero no están dispuestos a renunciar a los beneficios de la venta de armas.

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  2. Cuando todo se explica por referencias a terceros (los europeos y los USA consumen drogas; Los USA venden armas; los sudamericanos producen drogas), sólo se está manifestando una pobreza argumental muy llamativa. Ánimo Sr. Beltri, estoy seguro de que encuentra otras razones algo más lógicas para explicar este horror y muerte que vivimos en Mexico.
    Saludos

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  3. Los gringos quieren exportar su ineficacia ,en la lucha contra las drogas a los paises productores, por medio de la DEA, QUE SON LOS CAPOS MAXIMOS, en la entrada de mandanga en USA, basta de hipocresia señores del estupido gobierno USA, ya les tomaron el tiempo hace mucho, el dogo

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