Fue hallado el cadáver de un joven cubano de 23 años, en el tren trasero de aterrizaje de una avión procedente de La Habana que aterrizó en Barajas-Madrid. El joven perdió la vida por congelación, como consecuencia de las bajas temperaturas y la presión del aire que alcanza la aeronave cuando está en vuelo. El trayecto dura unas nueve horas y las posibilidades de sobrevivir escondido en el tren de aterrizaje de un avión en vuelo son prácticamente nulas debido a la falta de espacio y a las bajas temperaturas. El tren de aterrizaje, además de ser un hueco con poco espacio, es una parte no presurizada del avión y alcanza temperaturas de hasta 50 grados bajo cero. En 2002, dos niños murieron congelados en el tren de aterrizaje de un avión de Ghana Airways que aterrizó en el aeropuerto de Londres. En Bélgica hace tres años, otros dos niños africanos murieron en las mismas circunstancias.
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