En el último mes se conocieron, los casos de familias argentinas que recurrieron a la maternidad subrogada en la India, un país
con altísimos índices de mortalidad de gestantes y de recién nacidos/as.
La elección de este destino para completar una familia tiene que ver
con razones económicas: todo el proceso, desde la gestación del embrión
hasta el parto, cuesta la cuarta parte que en Estados Unidos y los tours
médicos proliferan para ofrecer este servicio. Sin cuestionar el deseo de quienes buscan
convertirse en padres o madres, lo que ha faltado hasta ahora en los
relatos de las parejas que vuelven de un destino exótico
con un recién nacido o recién nacida cuya adopción es automática, son
las voces de las mujeres que ponen el cuerpo, mujeres invisibles sin
derecho a tener contacto alguno con quien gestaron ni mucho menos a
arrepentirse de la decisión que tomaron.
Aasia Khan vive en Mumbai, India, tiene 29 años, tres hijos y está casada. Es la protagonista de Made in India, documental que registra el proceso por el cual Aasia lleva en su vientre el embrión de una pareja norteamericana, que se duplica y resulta un embarazo múltiple, y que los Switzer consiguen por medio de un contrato de maternidad subrogada por el que pagan 30 mil dólares. Después de mostrar cómo vive y cómo concurre a los controles que le exige la clínica, dice “ellos están felices porque van a tener dos bebés pero yo no hubiera hecho esto si no fuese pobre”. Los Switzer, una pareja texana relata la odisea que los llevó a la India, donde los costos para acceder a la maternidad subrogada son de entre 25 y 35 mil dólares, a diferencia de los 100 mil que les saldría en su propio país. Hicieron tratamientos de fertilización asistida que fracasaron y vendieron su casa para concretar su sueño de ser padres, pero por poner su cuerpo, Aasia recibió 2 mil dólares.
Made in India forma parte de una serie de trabajos y reflexiones en torno de la explotación de mujeres pobres para beneficio de un negocio que se extiende y que varias aristas: el año pasado se conoció el caso de una pareja de varones argentinos que acudió a la maternidad subrogada en India para concretar su sueño de ser papás, ambos contaron el proceso por el cual eligieron a la mujer canadiense que ofició de donante y a la india que llevó al bebé en su panza. Se replica una práctica que afecta la salud de las mujeres en sus flancos más débiles y se disfraza en las necesidades de ciertas familias para exponer a muchas otras a más desigualdad y peores condiciones de vida. Las prácticas que incluyen la salud de las mujeres en el mundo, dispara preguntas sobre el alquiler de vientres en India.
El turismo médico se
incrementó en la India en los últimos años debido a las ganancias que deja, se estima que es un negocio que
mueve dos mil millones de dólares anuales: el turismo médico y específicamente para
maternidad subrogada se hace en todas las ciudades
grandes e incluso en algunas pequeñas del estado de Gujarat. Ofrecen al mismo tiempo paquetes de turismo estético que incluyen
estadías en spa para completar el tour antes de volver a casa. Si bien hay un proyecto de ley
en danza, estas prácticas son reguladas mediante las Directrices del
Consejo Indio de Investigaciones Médicas. Son las pautas que acordó el
establishment médico y se aplican hasta que se apruebe una ley. En ellas, la madre subrogante no puede aportar los
óvulos, dice textualmente: “Subrogancia es un acuerdo por el que una
mujer accede a embarazarse, utilizando tecnología reproductiva, sin que
ninguno de los gametos le pertenezca a ella o a su esposo, para llevar a
término el embarazo y entregar el niño a la persona o personas para
la/s cual/es ella actúa como subrogante. La madre subrogante es una
ciudadana de la India, residente en India, que accede a que se le
implante un embrión generado por el esperma de un hombre que no sea su
marido y el óvulo de otra mujer, para llevar a término el embarazo y
entregar el niño a la pareja/persona que requirió la subrogancia”.