Ellos viajan en autos importados, custodiados “por expertos”, detrás
del polarizado, se esconden del albañil que se juega la vida en el
andamio, de la costurera que se duerme en la máquina, de la obrera que
envuelve los manjares que nunca podrá comprar
El régimen sindical de Argentina, copiado por Perón de la “Carta del Lavoro” italiana (legislación de Mussolini), demuestra que luego de más de sesenta
años, la
dirigencia sindical peronista, detenta un poder monopólico con
dirigentes vitalicios que se dedican a la política partidaria y a
acumular riquezas personales. Ellos se convierten en millonarios algunos
y nuevos ricos muchos, dentro de un marco de
impunidad judicial y fiscal. Mientras
los políticos del peronismo discursean sobre el respeto a
la democracia, los dirigentes
gremiales pactan con los gobernantes peronistas de turno, la forma
de repartir el poder político y económico y se eternizan en el poder. Son sumisos con gobiernos peronistas pero le hacen la vida imposible a gobiernos democráticos de signo diferente. Tras muchos años de cultura peronista, sus cuadros sindicales y políticos consideran que "gobernar es concentrar poder".
Cuando no logran sus objetivos utilizando las modalidades de protesta convencional, no tienen reparo en ejecutar la violencia física o extorsiva, demostrando con sus acciones, sin rubor, el verdadero sentir del sector mas autoritario del mundo peronista. Su actividad, depende de sus acuerdos con el gobernante y no del juego democrático. El actual secretario de la CGT, Hugo Moyano -vinculado en los 70 al CNU, grupo de ultraderecha en Mar del Plata, fusionado con la Triple A-, es el mejor ejemplo, en los "Moyanos" se evidencia su géneses cuasi-fascista.
Cuando Perón asumió, el sindicalismo se encontraba en manos de los comunistas, según escribió en su libro “Conducción Política” (Edición 1974): “(…) cuando pronuncié los primeros discursos en la Secretaría de Trabajo, (…) yo les hablaba un poco en comunismo. ¿Por qué? Porque si les hubiera hablado en otro idioma me hubieran tirado un naranjazo. No les dije que tenían que ir adonde yo iba; me puse delante de ellos e inicié la marcha en la dirección hacia donde ellos querían ir; durante el viaje, fui dando la vuelta, y los llevé adonde yo quería…”.
Esta concentración de poder es opuesta a la de otras partes del mundo, donde no existe ningún monopolio político-sindical. En Francia, país que ostenta la jerarquía de haber ejercido históricamente la mejor defenda del movimiento trabajador, conviven ocho centrales de trabajadores y a su vez, cada gremio tiene varios sindicatos. Cuando la situación social alcanza un nivel de gravedad, las centrales se juntan y coordinan las acciones en defensa de sus derechos. Pero cuando la protesta tiene visos de ser más política que gremial, hay una reacción social de los otros gremios que impide su extensión para evitar el deterioro de la economía.
Excelente analisis!
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