sábado, 29 de enero de 2011

Rebelión sin velos

"La plebe no debe recibir educación. Pues si sabe tanto como yo, me desobedecerá en la misma medida en la que ahora me obedece". Catalina la Grande, zarina de Rusia


La imagen del sah de Persia huyendo de Teherán en 1979, abandonado por su pueblo y apoyado solo por la CIA, se ha convertido en un cliché que simplifica el análisis de los regímenes del Norte de África y Oriente Próximo. Pero la realidad política de los países árabes es compleja, los regímenes autoritarios árabes no son meros títeres, tienen importantes bases de poder tejidas a partir de una combinación entre redes clientelares y de represión. La opresión, no solo la ejerce el Estado hacia la población, en muchos casos lo hace un marido hacia su mujer, una madre con su hija, entre vecinos, la mayoría contra minorías religiosas, de orientación sexual o culturales. Incluso, para algunos, la opresión del Estado se tolera como mal menor ante la opresión personal que temerían sufrir en un hipotético régimen político alternativo.

La caída de Ben Ali provocó la combinación entre el fracaso de las redes clientelares por la excesiva avaricia de la cúpula, la pérdida del miedo que está en la base del sistema represivo, el abandono de actores claves (como el Ejército) y una chispa inicial que prendió tras semanas de coraje y sufrimiento. Las élites de los países árabes han contribuido a construir esos regímenes ineficientes pero duraderos, para su propio provecho, para enriquecerse y expatriar el capital a latitudes previsibles. Y los Gobiernos occidentales (además de tolerar las acciones de Israel), han considerado esas élites y Gobiernos como su aliado natural. La revuelta tunecina que culminó con la huida de Ben Ali se ha convertido en el faro de esperanza que ilumina el espacio del Atlántico al Golfo. Los pueblos ahora saben que pueden ser dueños de su destino gracias al modesto vendedor de frutas cuya inmolación galvaniza hoy las energías de millones de árabes que rompen su aislamiento y expresan su ira contra  gerontocracias que les niegan dignidad y el trabajo.

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