Las graves discriminaciones que sufren las mujeres en los países árabes han eclipsado en las últimas décadas el hecho de que la situación de las israelíes
está lejos de ser equiparable a la de esas democracias avanzadas con
las que quiere compararse el Estado de Israel. Los sucesos violentos
provocados estos días por la segregación por sexos que intentan imponer judíos ortodoxos en Beit Shemesh y otras zonas del país, han atraído la atención internacional sobre este tema. Ser mujer en Israel es difícil, incluso asfixiante. Unas se enfrentan a la objeción de conciencia militar, otras a discriminaciones laborales, a presiones religiosas o malos tratos. A la par, cada día son más las que trabajan con y para las palestinas, en una sociedad crecientemente multicultural.
“En Israel una mujer puede llevar un tanque, pero sigue siendo propiedad del marido” afirman las componentes del Women´s Network, una de las más importantes organizaciones feministas. Evidentemente, las esposas de los ultrarreligiosos son las que se llevan la peor parte, aunque estos sólo representan el 11% de la población. Pero el resto sufre el acoso político y social de lo que se ha denominado el establishment ortodoxo, que intenta restringir al máximo sus derechos y libertades. Incluso hay segregación de sexos en ciertos autobuses de ciertas áreas.Aunque es un tema tabú en ese país, también se van conociendo casos de mujeres acosadas en las Fuerzas Armadas, según las organizaciones New Profile Movement y Breaking the Silence. En cuanto al mundo laboral, los salarios de las israelíes suelen ser inferiores a los de los hombres.