lunes, 4 de marzo de 2013

El mercado chino de los matrimonios arreglados

Cada fin de semana, los padres se reúnen en La Plaza del Pueblo de Shanghai en busca de un candidato para sus hijos, idealmente al interior de la misma clase. Books de fotos, referencias al horóscopo, incluso agencias matrimoniales conforman la oferta y responden a un signo cultural: la presión social para que formen su propia familia.

Por Miguel Petrecca - Shanghai, China

Ubicada hacia el final de la avenida Nanjing Este, en el sitio donde hasta antes de la llegada del comunismo existía una pista de carrera de caballos, La Plaza del Pueblo es uno de los centros neurálgicos de Shanghai, cruce de avenidas y líneas de subte y albergue de dos de los museos más importantes de la ciudad y el Gran Teatro. A su alrededor, entre algunos de los edificios más modernos de la ciudad, hay intercaladas varias joyas antiguas, como el impresionante Park Hotel, un rascacielos art decó de 1934. Es en esa plaza, en un rincón en la parte norte bautizado popularmente como el “rincón de la evaluación de potenciales candidatos”, donde todos los fines de semana una pequeña y ruidosa multitud de padres se junta para buscar un potencial marido o esposa para sus hijos.

Se ubican en un lugar como si instalaran un puesto en un mercado, provistos con una hoja en la que consignan los datos de sus hijos. Algunos ponen el papel en el piso, otros sobre paraguas o cajas, o colgado de un árbol. Visto desde lejos, a través de una especie de túnel que funciona como entrada, parece un grupo caótico, pero al acercarse se puede ver que hay un orden, con un puesto al lado de otro formando calles. Dentro de esa trama de calles hay, incluso, zonas específicas, como un sector en el que se juntan padres con hijos o hijas en el extranjero. El ambiente en los pasillos de la feria es animado y lleno de movimiento: padres que charlan con otros padres, agentes que buscan recolectar clientes, turistas, curiosos y hasta candidatos que se presentan en persona.

El mercado de matrimonios empezó a funcionar en el 2004 y en su momento de máxima expansión llegó a reunir alrededor de 2000 personas. Además de los padres que vienen directamente a buscar pareja para sus hijos, hay agencias o personas que se encargan de manejar a varios candidatos. Se los reconoce de inmediato: en lugar de una simple hoja de impresora tiene un póster donde exaltan su experiencia, prometen resultados y exponen su book de candidatos, con una pequeña foto y un resumen introductorio de cada uno.

Ofrecen el servicio gratuito para los hombres, pero a las mujeres en algunos casos les cobran una tarifa. No es necesario recorrer demasiado para entender el por qué de esta diferencia: la oferta de mujeres en la plaza supera ampliamente la de hombres. Son mujeres formadas y con una buena posición económica, la mayoría de ellas promediando los veinte o apenas por encima de los treinta, como la de este cartel, colgado cerca de la entrada del mercado: “Mujer. Estado civil: soltera. Origen: Shanghai. Fecha de nacimiento: Abril de 1981. Altura: 1.68. Estudios: dos títulos universitarios. Trabajo: profesora de inglés. Miembro del partido, trabajo estable, buenos ingresos, tiene departamento, tiene auto, sin deuda.” Al final de la hoja, subrayado y en letras grandes, se lee: “fei cheng wu rao”. Literalmente: “si no es sincero no se moleste”. También es el nombre de uno de los programas más populares de la televisión china, un programa de citas en el que doce mujeres evalúan a un candidato.

Tal es la ansiedad de los padres por conseguir una pareja para sus hijos que en Año Nuevo, mientras muchos negocios en Shanghai cerraban las persianas, la feria siguió como todos los fines de semana. Es durante estos días, de hecho, que el estado civil de los hijos se convierte en un tema especialmente sensible: los padres los presionan durante la cena con preguntas e indirectas, al punto que muchos jóvenes que estudian o trabajan en las ciudades buscan excusas para no volver. La lengua coloquial los bautizó humorísticamente como los kongguizu, la “tribu de los que tienen miedo de volver.” La presión no es sólo de los padres hacia los hijos sino también del entorno mismo sobre los padres, que tienen que enfrentarse a las preguntas de vecinos y parientes.

La importancia del matrimonio se observa también en la gran cantidad de empresas y negocios dedicados a ofrecer servicios para las bodas, wedding planners y estudios fotográficos que ofrecen a las parejas largas sesiones de fotos en alguno de los puntos de la ciudad considerados más románticos o escénicos. Se los puede ver, a veces, en algún parque, o incluso en el Bund, los novios de traje, las novias vestidas de rojo o de blanco, con el skyline de Pudong como fondo. Casarse exige dinero, no sólo por la fiesta, que hay que registrar y planear minuciosamente, sino porque también implica tener un departamento y un auto. Para algunos esto puede ser parte de una dote familiar, pero para la mayoría implica una inmensa presión y esfuerzo económico, o la contracción de una deuda de por vida. Frente a esta situación, una parte creciente de la población joven viene adhiriendo a una nueva visión del matrimonio, resumida en un término que se popularizó en Internet a partir de 2008: luohun o “casamiento desnudo”. Son parejas que deciden casarse sin fiesta ni álbumes fotográficos, sin auto, ni departamento ni anillo.

“No buscamos una persona de dinero, pero sí que haya un equilibrio entre las familias”, me dice Zhen Lan, que tiene una hija de 28 años, graduada de una de las mejores universidades del país. El término exacto que utiliza es “men dang hu dui”, literalmente “la puerta correcta y la ventana adecuada”, una antigua frase hecha que expresa la fórmula tradicional de los casamientos arreglados y al interior de una misma clase. Como muchos otros padres, Zhen Lan no confía en las agencias y prefiere ocuparse ella misma en persona. Comenzó a venir al parque hace un año, y desde entonces ya concertó varias citas, todavía sin éxito.

Empieza a oscurecer y muchos padres se van retirando de la feria. Paso por una sección con varios papeles colgando de las ramas de un plátano, como las cuelgas de poemas de la literatura de cordel. Hay uno de un hombre de unos 45 años, que pone una foto de una casa; destaca la obtención en 1991 del premio La Nueva Larga Marcha, otorgado a los jóvenes del partido con un desempeño brillante, y aclara que busca una mujer nacida entre el 72 y el 80, “pero idealmente entre el 73 y el 78”.  Otro de una mujer, de Shanghai, con un doctorado y un ingreso de 10 mil renminbi. Pasando los carteles está el puesto de una agencia, con su cartel lleno de fotos de chicos y chicas de no más de 30 años. A unos metros, dos madres conversan. En teoría hay correspondencia: una de ellas tiene un hijo de 34 y la otra una hija de 28, ambos son miembros del partido, y si bien la relación zodiacal no es la más deseable (rata y caballo), no conviene ponerse demasiado exigente al respecto.

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