miércoles, 8 de mayo de 2013

Globalización textil: el alto costo del bajo precio

 Isabel Stratta

En una industria con historial de desastres, el de Bangladesh es el más mortífero. El país, donde fabrican sus prendas muchas marcas famosas, es el segundo exportador de ropa después de China.

El último abrazo
El desplome de un edificio de nueve pisos en Savar, que albergaba a cuatro fábricas de ropa y que mató a más de 500 personas, no es la primera catástrofe de esta industria de astronómico crecimiento en Bangladesh. En noviembre, un incendio en otra fábrica mató a 112 personas. Esos y otros desastres ponen en foco el último episodio de la globalización de la industria de la ropa: el traslado de producciones a países más baratos que China, con el cual las etiquetas occidentales que producen en Asia a bajo costo para vender en sus salones de todo el mundo buscan preservar o aumentar sus márgenes. 

Camisa con etiqueta de Benetton
En pocos años, las exportaciones de ropa han pasado a representar el 80% de las exportaciones del Bangladesh, por un valor anual de US$18.000 millones, y el país se ha convertido en el segundo exportador mundial de ropa, sin otra ventaja competitiva que su mano de obra barata. Un obrero de la confección gana 37 dólares por mes, contra 200 en China. 

Un informe de McKinsey pronosticó que las exportaciones de indumentaria de Bangladesh llegarán a los US$30.000 millones en 2015, dado el salario y la capacidad de las 5.000 fábricas para abastecer grandes pedidos.Pocas firmas han reconocido que en el edificio desplomado el 24 de abril se fabricaba para ellas. La cadena angloirlandesa Primark dijo que indemnizará a las víctimas. La mayor cadena de Canadá, Loblaw, se mostró consternada. Dijo que no abandonará el país y que vigilará las medidas de seguridad.

Al mismo tiempo, el CEO Galen Weston se escandalizó del “atronador silencio” de otras marcas respecto del desastre. Dijo que más de 30 cadenas internacionales trabajaban con las cuatro fábricas del edificio desplomado. La italiana Benetton desmintió primero toda relación, para luego admitir que etiquetas y documentación de su marca encontradas entre los escombros se debían a un encargo “por única vez”. El 1° de mayo los trabajadores marcharon enfurecidos en las calles de Dhaka, la capital de Bangladesh.
Del otro lado del mundo, las grandes marcas que confeccionan en el país asiático consideraban pasos a seguir. Representantes de cadenas como Walmart y J.C. Penney se reunieron cerca de Frankfurt buscando acuerdos para un plan de medidas de seguridad. Si bien las campañas por una “ropa ética” en Europa y EE.UU. no han representado hasta ahora una amenaza importante para las ventas de tiendas como Zara, Walmart o H&M –que fabrican en Asia–, esta vez la repercusión de la tragedia podría hacer mella en sus imágenes de marca. Frente a un local de Gap en San Francisco se congregaron el 25 de abril manifestantes que reclamaban por las condiciones de trabajo en los talleres asiáticos.

Walt Disney Company, la mayor empresa mundial de licencias, reveló esta semana en su página web que daba por terminada su producción en Bangladesh. Y la Unión Europea considera sanciones comerciales al país. No es la clase de solución que muchos querrían en Bangladesh. “Bangladesh necesita sindicatos fuertes, no presiones externas”, escribió esta semana Fazle Hasan Abed, presidente de BRAC (Bangladesh Rural Advancement Committee), una ONG. “Esta es una industria muy importante para nosotros” dijo Mohammad Fazlul Azim, legislador de Bangladesh e importante propietario de fábricas. “No hay que hacerle pagar a toda la nación”.

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